No falta a la cita que tiene en el parque,
los niños ansiosos esperan su arte.
Con traje raído y mucho jabón,
el pompero crea mundos de ilusión.

¿Tendrá algo de bruja?
Sumerge la cuerda, la saca con gracia, la sacude al aire
e inmediatamente surge allí la magia.
Aparecen pompas de muchos colores:
unas son rosadas, hay otras moradas,
algunas son verdes o tornasoladas.
Las hay muy redondas, también ovaladas.

Los niños con ellas sueñan a volar; los padres se animan a participar.
Se han vuelto unos niños que quieren jugar.
Todos gritan, ríen, tropiezan entre ellos
los señores grandes, también los abuelos.
Corren tras un sueño que está sin cumplir,
que siempre han tenido,
aunque todos saben que nunca ha ocurrido:
coger una pompa de jabón casero,

y que no se acabe nunca la ilusión.
El pompero mira su viejo el reloj,
va a finalizar por hoy la función.
Los niños cansados terminan su juego,
saben que mañana volverá el pompero.