Para todos los niños y niñas que esperan con ilusión la llegada de la mágica Noche de Reyes. Espero que sus Majestades los Reyes de Oriente os dejen mucho amor para compartirlo con vuestra familia y todos vuestros amigos.
Mensaje de bienvenida
Páginas
jueves, 31 de diciembre de 2020
viernes, 11 de diciembre de 2020
VACUNAS PARA LOS REYES MAGOS
Ilustración de Guille Martínez Ortiz
Se
acercaba la Navidad y Paloma había ido a
pasar la noche a casa de sus primos. Ya tenían vacaciones. Los cuatro niños
estaban muy preocupados; este año no podrían venir los Reyes Magos: eran personas muy mayores
y de alto riesgo.
Josemi, Paloma, Carlitos y Clarita estaban
comentando lo que habían oído decir a
sus padres. Hablaban bajito, casi en un susurro, no querían que supieran que
espiaban a los mayores cuando estos comentaban cosas serias.
—¿Y qué quiere decir “personas de alto riesgo”?
—preguntó Clarita, que era la más pequeña de la pandilla.
—Pues creo que les dicen eso a las personas
mayores y que se pueden contagiar del bichito —contestó Josemi.
—Pues anda, que los Reyes, con lo viejecitos
que son, son de un riesgo altísimo —agregó Paloma.
—Pero bueno, me queréis decir qué es eso del
riesgo —exclamó Carlitos un poco enfadado ante tanta palabreja rara.
—Pues eso quiere decir que los Reyes Magos se pueden contagiar fácilmente con el
virus y no podrán venir, así que este año no tendremos juguetes en
Navidad —les aclaró Josemi que era el mayor—. Me imagino que se quedarán en su
palacio y no se moverán de allí.
—¿Y Papá Noel?, ¿tampoco podrá venir este año?
—preguntó Clarita de nuevo.
Todos movieron la cabeza negativamente y se
quedaron muy pensativos.
Esa noche, los niños estaban muy tristes a la
hora de la cena. En la televisión un
presentador entrevistaba a un doctor muy
famoso: hablaban de la importancia que tenían las vacunas para no ponerse
enfermos. Empezarían a vacunar a los
sanitarios y las personas de alto
riesgo.
A Josemi
se le encendió la bombillita que tenía en la frente y que de vez en cuando se
le iluminaba. “Alto riesgo había dicho”. Seguro que les pondrían las vacunas a
los Reyes Magos y a Papá Noel también, y ya no habría ningún problema. Podrían
estar tranquilos.
Pero después de la entrevista, salió la chica
del tiempo con un mapa lleno de líneas raras que él no entendía muy bien, pero
la palabra Dana y borrasca sí que le sonaban: iba a llover mucho.
—Mamá, ¿de dónde van a traer las vacunas? ¿Van
a llegar a tiempo para ponérselas a las personas mayores antes de Navidad?
—Pues no sé. Parece que va a hacer muy mal
tiempo, las vacunas vienen en avión. A
lo mejor habrá que esperar un poco a que
pase el temporal.
Otra vez la cabecita de Josemi empezó a
trabajar y a ponerse en lo peor.
“Seguro que los Reyes Magos se quedan si
vacunar” y al pensar en algo tan triste, empezó a llorar. Sus hermanos y su
prima, al verle, también le imitaron y, al momento, los cuatro no lloraban,
berreaban.
—¿Pero, se puede saber qué os pasa? ¿Por qué
lloráis de esta forma? ¿Es que os duele algo? ¿Alguien me puede contar el problema? —les pidió su
madre.
Paloma empezó a balbucear y le siguieron los
demás:
—Las, las
va- vacunas —dijo.
—Los Reyes Magos —añadió Carlitos
—Los
jueguetes —se quejó Clarita.
Por fin Josemi se secó las lágrimas y empezó a
contarle a su mamá el problema que los
tenían preocupados.
—Mamá, tenemos miedo de que los Reyes Magos se
pongan malitos y no nos traigan los juguetes. No sabemos si este año van a
venir o no.
—Mirad niños, este año es un año diferente. Es
posible que sus Majestades no puedan venir, pero no tenéis que llorar por eso, lo mejor es
desear que no se pongan malitos, eso es
lo verdaderamente importante. Un año sin juguetes nuevos no tiene importancia, ¿tenéis juguetes para
divertiros? —les preguntó su mamá.
Los niños se miraron y se quedaron callados. No
sabían que responder.
—Venga, contestadme; aquí veo cuatro puzles,
muchas construcciones, un tren, tres muñecos, un correpasillos, un caballo con
balancín, un montón de cuentos, ¿sigo nombrando juguetes?
Los cuatro niños se quedaron mirando y
callaron, seguían llorando en silencio, aunque, ya, poquito. Su madre pensó que
tenía que encontrar algo para que se les pasase el disgusto.
—¿Hacemos un bizcocho de chocolate? —les
preguntó.
—¡Siiiiii!
—gritaron todos.
—Pues venga, a lavarse las manos y a trabajar.
A los niños se les pasó la pena enseguida. Se
pusieron unos delantales y unos gorros de cocinero. A su mamá le gustaba que estuvieran muy
pulcros en la cocina.
Los bizcochos que hacían tenían fama entre sus
amigos porque estaban muy ricos.
Pasó la Navidad y nadie sabía si los Reyes Magos
iban a poder venir o no. Los niños habían oído que en algunos sitios ya habían
llegado las vacunas pero ¿en Oriente, qué habría pasado? De todas formas ellos
ya se habían hecho a la idea de que este año la Noche de Reyes iba a ser
distinta.
Por fin llegó y como todas las Noches de Reyes,
estaban nerviosos ¿y si venían por casualidad?
Sus padres les dijeron que se acostaran pronto
por si acaso.
Los niños
no se podían dormir, no hacían más que dar vueltas en la cama. Paloma,
que se había quedado con sus primos esa noche, también estaba muy
inquieta y no paraba de moverse de un lado a otro.
De repente oyeron algo que les pareció el
sonido de unos cascos de caballos en el
asfalto y el gruñido de otros animales, ¿serían camellos? A continuación se
escucharon murmullos y susurros, y la puerta de la calle que se abrió muy
silenciosamente.
—Schisssss —dijo Josemi— ¿Quién puede ser?
—¿ Serán los Reyes?—preguntó Carlitos.
—¿Qué hacemos? —dijo Paloma.
Clarita, como era pequeña, dormía
profundamente.
Muy despacio, bajaron las escaleras y los tres
se quedaron paralizados ante la sorpresa
que se llevaron: los Reyes Magos habían venido.
—¡No estáis malitos!— exclamaron muy contentos.
—No, claro que no. ¿Quién os ha dicho eso?
—preguntó Gaspar mientras les acariciaba
la cabecita.
—Pues habíamos oído que a lo mejor, este año,
no podíais venir — aclaró Paloma.
—A ver, nosotros ¿qué somos? —dijo Baltasar.
—¿Qué
sois ?, ¿qué sois, que? —tartamudeó Josemi.
—Sí, ¿qué somos? —volvió a preguntar Baltasar.
—¡Ah!, —dijo Carlitos— sois Magos.
—Muy bien, y eso, ¿qué quiere decir? —
Intervino Melchor.
—Pues… que hacéis magia —explicó Paloma.
—¿Y vosotros creéis que si podemos hacer magia,
no vamos a tener vacunas para no
ponernos enfermos, y que todos los niños del mundo puedan tener sus regalos en
esta noche?
Los niños se les quedaron mirando asombrados
ante la explicación que les dieron. Se habían preocupado sin necesidad. En un
momento todos los miedos y los problemas que les habían entristecido desaparecieron y la sonrisa volvió a
iluminar sus caras.
A la mañana siguiente se despertaron sin recordar nada de lo que había sucedido la noche anterior; cuando
bajaron a desayunar se encontraron un montón de juguetes a los pies de la
chimenea, los Reyes no les habían fallado, seguramente se
habían vacunado. Verdaderamente eran unos Magos estupendos.