Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

jueves, 25 de junio de 2020

Mamá, quiero hacer caca.






Mamá quiero hacer caca.


           

Mamá quiero hacer caca.

 

            Hoy es el cumpleaños del abuelo y les ha invitado a comer en un restaurante muy   chulo.

            Todos se ponen sus mejores galas, quieren estar muy guapos porque ese sitio es muy elegante.

             Mayca, la mamá, ha vestido a los dos hermanos iguales, pero parece que a Guille no le hace   mucha gracia ir como su hermano pequeño.

—Mamá, ¿por qué   tengo que llevar la misma ropa que él? —pregunta enfadado—.  Yo ya soy mayor.

—Mira niño, no empieces con tus manías, vais a ir los dos iguales y ya está-.

             A Guille  no le gustan las explicaciones de su madre cuando se pone de mal humor, es más, cree que no le ha explicado nada, pero se tiene que aguantar. Los dos hermanos salen de casa vestidos de azul: calcetines azules a juego con los pantalones, camisa de cuadros azules y blancos y rebeca de ochos azul y blanca.

            Parece que el día se ha torcido un poco, cuando salen está lloviendo y un coche les ha salpicado al pasar a su lado.

—Vaya, me ha llenado las medias de cascarrias —dice su madre.

—¿Qué son cascarrias? —pregunta Pablo.

—Pues, ¿no ves?, me ha salpicado todas las medias de barro —contesta   un poco enfadada.

“Esta vez sí se ha explicado con claridad”—piensa Guille.

            Por fin llegan al   restaurante El Pato Rojo, y los abuelos ya les están esperando. Los niños les dan un abrazo muy fuerte.

—Felicidades abuelo —dicen a la vez—. Te hemos traído una cosa. ¿Dónde está el regalo, mama?

            Al escucharlos, a la madre se le pone la cara  roja como un tomate; se ha dejado el paquete en el recibidor cuando ha cogido los paraguas. No, si ya le parecía a Guille que el día se estaba estropeando.

            El abuelo se ríe al ver la cara de su hija.

—No te preocupes, para mí el mejor regalo es que estemos todos juntos. Vamos a comer y después iremos a casa a recogerlo.

             La cosa se arregla, piensa Guille, si a él no le traen un regalo hubiese armado una buena rabieta.

            Empiezan a comer y cada uno  pide lo que más le gusta, para los niños chuletas con patatas y, hoy, solo por hoy, les dejan tomar un refresco de cola, pero sin cafeína.

A mitad de la comida a Pablo le empiezan a sonar las tripas.
—Mamá, quiero hacer caca —dice un poco nervioso.

—Hay que ver qué oportuno eres, siempre en mitad de la comida tienes que ir al aseo —exclama su padre—. Aguántate a que terminemos de comer y ahora te llevo.

            Pablo se aguanta un minuto.

—Papá, me voy a hacer caca —exclama más nervioso que antes.

—Acompáñale Guille, venga, a ver si eres mayor de verdad —le dice su padre sonriendo.

             Ahora es Guille el que tiene la cara roja

—¡Este niño siempre me está molestando! —dice mientras se levanta de la mesa.

            A la madre le da pena y les acompaña hasta el aseo, se asegura de que todo esté bien y les deja solos.

—Guille, cuando termine me avisas que yo vengo.

            El hermano mayor no hace más que meterle prisa.

—Se me van a enfriar las chuletas por tu culpa, a ver si terminas de una vez Pablo —le chilla desde fuera.

—¡Ya voy!, no puedo más deprisa.

De repente, se oye caer el agua de la cisterna y la voz del pequeño.

— ¡Ya!

            Guille se pone muy contento, ¡por fin va a poder terminarse su comida! Se asoma a la puerta del aseo y, aunque el restaurante está lleno de gente, grita para que le oiga su madre:

—Mamá, Pablo ya ha terminado, ven a limpiarle el culo.

            En ese momento todos los comensales levantan la cara, miran al niño llenos de asombro y la carcajada es general. Sin embargo en su mesa, nadie se está riendo.

      La mamá   respira profundamente y se levanta haciendo acopio de toda la paciencia del mundo. Cuando se acerca a Guillermo  le susurra algo al oído:

—Ya eres mayorcito para esas tonterías, ¿no crees? A ver cuando maduras de una vez.

            El niño vuelve a su sitio y se sienta rojo de vergüenza. Encima, las chuletas se le han enfriado.

             Al poco rato sacan una tarta para que el abuelo sople las velas y todos le cantan cumpleaños feliz. Guille se da cuenta de que a sus padres ya se les ha pasado el enfado y de que todos están disfrutando de lo lindo.  Entonces, se toma su trozo de tarta de chocolate muy contento.

¡Hum!, le  sabe a gloria.  

 

 

sábado, 20 de junio de 2020

Carlitos ya habla inglés.


—Goog morning  —dice mi papi.

—Buenos días —mi mamá.

—Y yo a los dos entiendo

porque a los dos quiero igual.

Sé que me están saludando

cada uno a su manera.

Dicen que es muy importante 

que escuche distintas lenguas.

“May ticher”  habla en inglés,

creo que se dice así,

me enseña muchas canciones 

y yo me siento feliz.

Ahora dice mi papá,

siempre en inglés, claro está,

que es la lengua  del futuro

y  preparado hay que estar.

Mi  abuelo y mi abuela

dicen que me van a marear,

pero a mí me da lo mismo,

a  los dos los quiero igual.

“Bay” “Bay” le digo a papá

y hasta luego, a mi mamá.


lunes, 15 de junio de 2020

El acuario de Paloma.




                                 

El acuario de Paloma

Paloma tiene un acuario,                             

 ¡qué ilusión!

Con peces de colorines y también con un tritón.

Con plantitas de verdad  parece el fondo del mar.

Le hemos puesto caracolas,

un cofre con un pirata

y  un gran  tesoro escondido

en una gruta barata que hemos comprado en los chinos.

Ahora, los pececitos están muy entretenidos;
Dibujos realizados por mis nietos Guille y Pablo.

que si una gran esmeralda,

que si un collar de coral.

Jugando pasan los días en busca del calamar

que se ha ido buceando buscando el mar,

de verdad.
Sacado de Internet.




lunes, 8 de junio de 2020

La papilla de frutas.

                 Dedicada a mi nieta Paloma, a la que le cuesta mucho tomar fruta.



Dibujo de Guillermo Martínez Ortiz.

La mamá está preparando con muchísima ilusión


una comida muy rica llena de fruta y sabor.


Es la primera papilla que se va a tomar su niña:


un poquito de naranja, media manzana reineta,


y una galleta María para que le endulce el día. 


-¿Qué se va a comer mi niña?


¡Mira que cosa más rica que le va a dar su mamá!


Un poquito  por la abuela y otro poco por papá.


Un ligero escalofrío ha sorprendido a la niña,


cuando con mucho cuidado le ha dado a probar mamá


esa papilla de frutas que acaba de preparar.


“Esto no me gusta nada” piensa en silencio la niña


 cuando prueba la papilla.


“Me escuece toda la boca y hasta los ojos me pican. 


 Yo quiero mi biberón con la leche calentita,


 que me acuesten en mi cuna y quedarme


 dormidita.             



 Yo ya no quiero crecer.


Si estos sabores tan raros voy a tener que comer,


 prefiero ser un bebé”