Dibujo reciclado de otro cuento hecho por mi nieto Guille (10 años) |
Este cuento está dedicado a las personas a las que se les ocurrió la feliz idea de buscar un sitio adecuado para que los niños pequeños pudiesen dejar sus chupetes cuando se hicieran mayores. ¡Qué mejor lugar que un árbol para colgarlos! A estos árboles les llaman ahora Los Árbloles de los chupetes. Entre esas personas se encuentran dos seres encantadores : La gallina pintadita Carmen y Marga Lama; las dos se han esforzado mucho para llevar este proyecto a cabo.
Un abrazo para ellas y
Los chupetes y los tres Reyes Magos
Tres
siluetas se adivinaban en la lejanía. Montadas en bonitos caballos avanzaban
solemnemente seguidas por una multitud
de pajes y camellos que, cargados con
infinidad de regalos, se iban acercando según la noche se hacía más negra.
Melchor
iba delante y su voz se oía cansada:
—¡Qué gana
tengo de repartir todos los juguetes y volver a nuestro palacio! Cada vez estoy
más viejo y el cansancio de esta noche luego me dura algunos meses. Tengo que
estar varios días metido en ese menjunje de pétalos de rosas, pensamientos y
alcohol para que se me quiten los dolores de las piernas. Luego mi fiel Said me
frota con gel de aloe que es tan bueno para
curar las grietas de los pies y, así, me voy recuperando poco a poco. Si
no fuera por al amor que les tengo a los niños, y porque sabemos la ilusión que
les hace que vayamos esta noche a visitarlos, no tendría fuerza para llevar a
cabo esta empresa.
—Ttienes
razón, este trabajo es muy duro; por muy
Magos que seamos, supone un gran esfuerzo realizarlo. Antes, cuando dejábamos
los regalos, volvíamos a casa libres de peso y equipaje, pero ahora… ¿qué
opináis de la manía que les ha entrado
a los padres y a los abuelos de decirles a los niños que nos tienen que dejar
los chupetes para que nos los llevemos?
que si no, se quedarán sin regalos —añadió Gaspar. El año pasado
regresamos a casa con 150 kilos de esa goma que a los peques les da por
masticar.
—No seas
protestón, Gaspar, acuérdate que los
reciclamos e hicimos unas magníficas pelotas con los nombres de los niños que
nos regalaron sus chupetes y botaron tanto que llegaron hasta las estrellas —aclaró
Baltasar. Ahora hay muchas estrellas que llevan los nombres de los peques.
—Es una
maravilla que con nuestro poder y la goma masticada de esos chupetes hayamos
podido mandar hasta el firmamento los nombres de sus dueños. Yo creo que con
los que recojamos este año, podríamos hacer lo mismo. Así no se quedará ninguna
estrella sin nombre y por la noche los niños podrán hablar con ella y pedirle
deseos.
Hablando y
hablando, los magos llegaron a una encrucijada de caminos y entonces decidieron
separarse. Cada uno sabía que sendero debía tomar, así que, seguidos por
decenas de porteadores aceleraron la marcha para llegar a tiempo antes de que
amaneciera.
Esa noche
en todas las casas reinaba un gran
nerviosismo. Los niños habían cenado pronto y limpiado bien sus botas, habían
puesto paja para los camellos y los caballos, y para los Reyes y sus criados:
unos riquísimos trozos de turrón y tortas de Pascua. Además, en algunas casas
había también sobre la mesa un chupete o dos. Los pequeños sabían que debían dejarlos
para que se los llevasen, esa sería una señal de que se estaban haciendo
mayores. Era la única forma de convencerlos de que debían abandonar esa
costumbre de chupar y chupar cuando se hacían mayorcitos.
Después de
varias horas de intenso trabajo, al despuntar el alba, se volvieron a encontrar
en el cruce de caminos en donde se habían separado por la noche.
Todos los pajes
volvían cargados con algunos sacos llenos de chupetes, todos menos uno, que no
traía nada en su mochila.
Ilustración de Guille |
—Parece
que este año vamos a volver a hacer pelotas; habéis recogido un buen
cargamento. Pero tú, Mohamed, ¿por qué no llevas ninguno? ¿Es que se te olvido traerlos?
—pregunto Gaspar— Se le han perdido los
chupetes y también la casaca y el turbante —siguió el Rey muy enfadado.
—Yo, Señor
—dijo preocupado el sirviente pensando
que le iban a regañar—, yo no tengo la culpa, además, si les cuento lo
que me pasó, tampoco me van a creer.
—Tú habla
y veremos si nos convences o no —le ordenó Melchor.
—Pues en Sevilla se rumoreaba que la culpa de que
los niños no nos entregasen sus chupetes
es del reino vegetal que se ha hecho amigo del reino animal; vamos, eso es lo
que por allí se oía.
—Pero, ¿qué
acertijo es ese?, no hay quién te entienda.
—Ve como
ya les decía yo que no me iban a creer. Majestad, parece ser que una flor, -reino
vegetal-, se ha hecho amiga de una gallina, -reino animal-, y las dos juntas
tienen unas ideas… ¿cómo diría yo? un
poco raras
—¿Una
gallina y una flor? —dijeron todos los que le escuchaban soltando una
carcajada.
La gallinita es de mi sobrino Quique (5 años), la margarita, mía. |
—¿Acaso
las gallinas comen goma en lugar de trigo, y las flores hablan con los animales?
—dijo en voz alta Hamed, otro de los pajes.
—Sí, sí,
vosotros reíros, pero os voy a contar lo que me ocurrió cuando llegué a
Sevilla. Empecé a repartir los juguetes y a darle de comer a los camellos con
los alimentos que los niños nos habían dejado para ellos y, enseguida, me di
cuenta de que en ninguna de las casas había chupetes para recoger. Entonces le
pregunté a un mendigo que estaba en la calle casi sin ropa, me dio tanta pena
que le di mi casaca para que se protegiese del frio y el turbante para que con
el rubí que llevaba prendido pudiese comprar todo lo que necesitaba para
subsistir.
—Oiga,
buen hombre, ¿es que aquí en Sevilla los niños no usan chupetes para dormir? No
me han dejado ninguno para llevarme —le pregunté
—Claro que
tienen chupa y algunos llevan
enganchados dos o tres en el cuello, pero desde que el reino vegetal se ha
hecho amigo del reino animal todo ha cambiado.
—Y dale
con el acertijo, ¿se quiere explicar bien de una vez? me van a volver loco—le
dije ya un poco enfadado con tanta palabrería.
—Mire, yo,
a veces, voy a un parque que está por aquí cerca, el parque de los
descubrimientos-, y he oído decir que una gallina pintadita se ha hecho amiga
de una flor y, ya se sabe qué puede salir del cerebro de un ave aconsejada
por una flor. Pues una idea un poco loca: han tenido la idea brillante de que
los niños pequeños cuelguen sus chupetes en un árbol según se vayan haciendo
mayores, así que ellas son las causantes de que no hayas encontrado ningún
chupete por la ciudad.
—¿Una
gallina pintadita? Pintadita ¿de qué?
—Ah, pues
no sé, será pintadita de colores, creo que la gallina se llama Carmen. A lo
mejor esa gallina es la que pone los huevos de Pascua, todos llenos de
colorines, porque la gallina pintadita pondrá huevos ¿no cree? —preguntó el
mendigo
—¿Y la flor? —le pregunté.
—-La flor
se llama Margarita.
—Cuando oí
todo lo que me contaba y que encima le habían puesto nombre a la gallina y a la flor, os digo de
verdad que pensé que el mendigo se estaba riendo de mí —aclaró el paje—. Me
pidió que le acompañase, que me iba a enseñar en donde estaban todos los
chupetes de la ciudad y entonces nos acercamos al parque en donde había un pequeño árbol. Vi como de él
colgaban los chupetes como si fuesen frutas maduras El mendigo me dijo que
muchos días, las mamás se acercaban con sus niños y estos con lágrimas en los
ojos dejaban sus chupetes colgados del árbol,
pero después, ellas les contaban cuentos o les leían poesías a sus pies y todos se ponían muy alegres; miraban a las ramas y se sentían protegidos por estas.
Después de esta ceremonia se daban cuenta de que ya se estaban haciendo mayores
y a partir de ese momento el chupete no tenía que estar en sus vidas. Si alguno
seguía llorando y diciendo:
El árbol de de mi nieto Pablo, hermano de Guille, 6 años. |
—¡Quiero
mi chupete, quiero mi chupete! significaba que todavía no era lo
suficientemente mayor como para desprenderse de él. Tendría que volver algunos
meses más tarde.
Melchor se
quedó pensativo, quería saber qué tenía que ver una gallina en todo ese
embrollo y encima aconsejada por una margarita, pero se les estaba haciendo
tarde y debían volver, ningún niño debía verlos, sino, se rompería el hechizo y
todos los juguetes desaparecerían.
—Queridos
Gaspar y Baltasar ¿qué pensáis de todo lo que nos ha contado este chiflado de Mohamed?
¿De verdad creéis que una gallina va a tener la idea de que cuelguen los chupetes en un árbol,
que sea amiga de una margarita y, además que se llame Carmen? Vamos ¡una
gallina llamada Carmen!
—Melchor,
es una pena que tengamos que volvernos enseguida, yo creo que Mohamed se ha
perdido por Sevilla o se le ha olvidado recoger los chupetes. De todas formas
tendremos los suficientes para seguir mandando nombres a las estrellas, —comentó
Baltasar—. Aunque pensándolo bien no es mala idea esa del árbol de los
chupetes. En cuanto hayamos regresado y descansado unos días, enviaremos a
alguien de confianza para que investigue y nos aclare todo este lío; con todos
los chupetes que llevamos podríamos hacer no un árbol, sino El bosque de los
chupetes.
Dejaron de
hablar y empezaron el viaje de regreso, les quedaba mucho camino por delante,
pero a los tres les había calado la idea de la flor Margarita y de la gallina
Pintadita Carmen.
En primer lugar ni nieto Guille, 10 años: Ha reciclado el dibujo de los Reyes que me hizo para otro cuento y le ha agregado el camello. También ha dibujado al paje con el carrito de chupetes.
Pablo: mi otro nieto de 6 años, nos ha obsequiado con el ärbol de los chupetes; también le ha quedado precioso.
Mi sobrino Quique, con solo 5 años, nos ha regalado La gallina pintadita. os digo de verdad que cuando le ví con qué gracia la dibujaba me quedé con la boca abierta.
Por último yo misma hice la margarita. Me entraron ganas de dibujar al ver a los niños lo bien que lo estaban haciendo. Lo pasamos estupendamente.
Les doy las gracias por ponerme el blog tan bonito.
7 comentarios:
Nunca jamás en la vida imaginé que yo pudiera ser la protagonista de un cuento. Me ha emocionado y divertido. Me ha hecho sentir especial y eso es...muy especial.
Las ilustraciones son preciosas. Muero de amor por esa gallina y sobretodo por el pequeñajo que la pintó.
Ha sido tan precioso haber formado parte de este proyecto que gestamos con tan ilusión, que me siento, como ya he dicho muchas veces,agradecida por el cariño y la implicación de tantas personas sin las que no hubiera sido posible. Entre ellas tu COnchita y tus nietos. Entre todos aportando pequeños granitos de arena para que esa montaña creciera.
Un beso abuela atómica y a seguir creando preciosos cuentos.
Querida Gallinita: ayer cuando estaba con mis amigas del taller de escritura, les conté lo del cuento y el proyecto tan bonito que habéis puesto en marcha; a todas les encantó, así es que no es de extrañar que haya tanta gente que te esté demostrando su cariño. Yo pasé una tarde estupenda con los ilustradores mientras pintábamos los dibujos del cuento, así que tambien te estamos muy agradecidos. Espero verte cuando vaya a Sevilla.
Un abrazo.
Por casualidad he llegado aquí: ¡¡precioso cuento!! Gracias
Ana, no dejes de pasar de vez en cuando. Un abrazo.
En vacaciones vendré con más detenimiento. Te deseo FELIZ NAVIDAD
Un besinavidad Paula
precioso !!!
El chupete de mi hijo se lo llevaron los reyes magos para otro niño,
Oye, no es mala idea esa que han tenido los reyes magos de darle el chupete de tu hijo a otro niño, así lo compartirán.
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