Pablo no
había tenido nunca problemas con su nombre, hasta un día en el que se enteró de
que a su hermano le hubiese gustado que él se llamase Pablo Nicolás.
Guille,
el hermano de Pablo siempre le había dicho a su madre que cuando tuviera un
hermanito quería que le pusieran Pablo
Nicolás como su amigo, pero a sus padres se les olvidó poner los dos nombres en
el Registro Civil, y a Pablo le llamaron simplemente, Pablo, a secas.
—Mamá, yo quiero que Pablo se llame Pablo
Nicolás.
Eso
repetía continuamente Guille a sus padres.
—No te preocupes Guille, en cuanto podamos
iremos al Registro Civil y le pondremos a tu hermano el nombre de Nicolás,
también.
Tanto les insistió Guille a sus padres, que
Pablito, que nunca había protestado por causa de su nombre, se unió a la
petición de su hermano y también
protestaba:
—Mamá, ¿cuándo me voy a llamar Pablo Nicolás?
—Tendrás que esperar a que tenga tiempo para ir
a cambiarte el nombre, ahora tengo mucho trabajo.
Así pasó el tiempo hasta que el niño se dio
cuenta de que había más niños que tenían
dos nombres como su hermano.
Un día llegó el abuelo muy contento con un
regalo.
— Felicidades Guillermo
José, hoy es tu medio santo —dijo
muy ufano—. Hoy es
nuestro santo, es San José.
Pablo se quedó sorprendido y un poco
decepcionado. Él no tenía regalo. ¡Claro, solo tenía un nombre!
—¡Mamaaaa! ¿cuándo me vas a poner Nicolás en mi
nombre? Yo solo tengo un regalo en mi santo —dijo entre sollozos—. Hace mucho
tiempo que te lo he dicho, y no me haces caso.
Pablo seguía llorando hasta que se acercó su
abuela. Lo sentó en sus rodillas y le dijo:
—Pablo, no te importe eso de tener dos nombre o
uno solo. Hay muchos niños que tienen nombres muy largos y al final les llaman
con un diminutivo ridículo.
—Abuela, ¿qué es un diminutivo?
—Pues, por ejemplo, un niño que se llame
Francisco Luís y le llamen Fran o tu hermano mismo, se llama Guillermo José y
siempre le llamamos Guille.
—Sí, pero Guille tiene dos santos y yo solo
tengo uno.
—Tú no te preocupes por eso, ahora mismo te
vamos a buscar un santo. ¿Mayca, me puedes decir cuándo es el santo de los
niños que se llaman Nicolás?
Mayca se quedó muy sorprendida, pero se imaginó por dónde venían los tiros. Enseguida se
metió en Internet y miró el santoral.
—A ver, San Nicolás, San Nicolás… Aquí está, el
6 de diciembre.
—¿Eso es pronto? ¿Falta mucho para mi medio
santo?
La abuela se quedó dudando. No sabía que
decirle. Estaban a 19 de Marzo y hasta el 6 de diciembre les quedaban la tira
de días para escuchar siempre lo mismo. Tenía que buscar una solución.
—Pues la verdad es que tu medio santo es el 6
de diciembre, todavía queda un poco.
—Un poco, ¿cuánto es?
Guille, que era cuatro años mayor, y que le
gustaba mucho hacerle rabiar le dijo:
—Pues tienen que pasar las vacaciones de Semana
Santa, pasar el verano, que se les caigan las hojas a los árboles, que venga…
Antes de que terminase, ya estaba Pablo
berreando.
—Eso es mucho tiempo, nunca voy a tener mi
medio santo.
La mamá intervino:
—Pero Pablo, tú ¿por qué quieres llamarte
Nicolás? ¿Solo porque tu hermano quiere? Vamos a ver qué día es mañana. —La
mamá de Pablo entró en Internet—. Anda, mañana es día de todos los que se
llaman Martín. ¿Quieres llamarte Pablo Martín?
—Si me llamo Pablo Martín ¿mañana tendré un regalo?
Todos se quedaron mirando al abuelo que había sido el de la
ocurrencia de traer un regalo por el medio santo de Guille.
—Claro que sí, por supuesto, mañana tendrás tu regalo —dijo
el abuelo viendo todas las miradas clavadas en él.
Pablo se puso muy contento. Ya tenía un segundo nombre y un segundo regalo. Ahora habría que ver cuándo iría su madre a apuntarle en el Registro.
Autora, La abuela atómica |
6 comentarios:
Awwww que ternura! Que inocencia tan bella la de los niños ... Pero como dan lata! Jejeje maravilloso cuento Conchi
La que ha liado el abuelo Pepe, jajajajaja ¡qué historia!.
Un beso con achuchón para Guillermo José, y otro para Pablo Martín.
Un abrazo.
Si le hacen el regalo me parece que lo del Registro le va a dar un poco lo mismo.
Yo me hubiera puesto Pablo Santos, no para que me hicieran regalo el 1 de noviembre, sino todos los días. No hay día sin santo.
Un abrazo.
Hola Eliz, los niños dan un poco de lata, pero muchas satisfacciones. Como tú dices, su inocencia no tiene límites.
Un abrazo. Gracias por pasar a leerme.
Marísa, si que la lio el abuelo, pero el niño ya tenía la manía de un segundo nombre porque su hermano siempre estaba repitiendo que quería que se llamase también Nicolás.
Gracias por pasar.
Un abrazo Marisa.
Hola Macondo, el abuelo dejó de hacer segundos regalos cuando crecieron. Ahora ha empezado, de nuevo, con la segunda tanta de nietos, mientras que son pequeños.
Pero hubiese estado bien llamarse Pablo de todos los Santos. Buena idea. Se lo diré de tu parte.
Un abrazo.
Conchita
Publicar un comentario