Estas figuras son mis preferidas, me las compré cuando acababa de casarme, por tanto tienen 51 años |
Me dicen mis nietos que me gustan mucho los belenes. Es
verdad. Cuando llega la Navidad todas mis vivencias infantiles se agolpan en mi
memoria y me vuelvo niña de nuevo. Me parece que ya he contado alguna vez esta parte
de mi vida, pero es una historia tan bonita que no me resisto a contarla de
nuevo.
El verdadero culpable de todo fue mi padre, que nos inculcó,
Navidad a Navidad, su amor por ellos. Él nos montaba todos los años uno, a cuál
más bonito que el del año anterior. Os contaré como empezaba su preparación
Durante todo el año los papeles de plata que envolvían
las tabletas de chocolate que nos comíamos para merendar los guardábamos para hacer
los ríos y los lagos cuando llegara el momento.
Cuando llegaba el mes de diciembre, o mejor dicho el
día de mi santo, el 8 de diciembre, se acercaba el momento.
Teníamos mucho trabajo que hacer,Un nacimiento precioso, Me gusta mucho.
Lo primero de todo era ir guardando la escoria que
sacábamos del carbón con el que encendíamos la calefacción de casa.
La escoria me encantaba, parecían trozos de esponja brillante,
negra y dura. La escoria, colocada entre los trozos de corcho, hacían el efecto
de las montañas. Después tocaba bajar a la tienda de comestibles que había
debajo de casa y allí nos prestaban unas cajas de madera que servían de patas
para poner encima…
¿sabéis lo que poníamos?: pues era la puerta que cerraba el cuarto de estar. Mi padre con gran esfuerzo la sacaba de las bisagras y la colocaba encima de las cajas de madera. Después la protegíamos con muchos papeles de periódicos que también habíamos ido guardando y, cuando todo esto estaba bien colocado, teníamos que coger del altillo las cajas con las figuritas de belén. Ese trabajo le tocaba a mi hermano, que como era el más pequeño era más bajito y cabía mejor.
Por fin teníamos las cajas en el suelo y el cielo de papel para la pared. Ahora tocaba hacer inventario de lo que estaba roto y luego ir a comprar las figuritas a la Plaza Mayor. ¡Eso era lo que más nos gustaba!
Había años que se había roto alguna figura entera, así
que había que comprar otra, si solo se le había roto un brazo o algo así se
pegaba con pegamento y ya está. Cuando íbamos a la Plaza Mayor, los nervios se
apoderaban de mí; los nervios y el frío, porque en Madrid, hace años, el mes de
diciembre era frío de verdad. Abrigos, gorros, bufandas y guantes.
Solo la palabra MUSGO me llena el corazón de alegría.
Olía a montaña, a la sierra de Madrid, a paseos por el campo. ¡Ay, qué bonito
era estar allí! El olor del musgo se mezclaba con el de el corcho,
los abetos y el acebo y
era como estar en la Gloria.
Allí yo veía que mi padre se hacía un poco niño,
disfrutaba comprado pollitos, la señora de los pavos, o las lavanderas.
El castillo de Herodes era un poco caro y el rey y sus
soldados también, pero hubo un año que nos lo compró.
Lo de la matanza de los inocentes nunca estuvo en
nuestro belén. A mí me daba mucha pena, así que nunca lo pusimos.
También las panderetas y las zambombas si se nos
habían roto del año anterior.
Cuando yo veía los árboles de Navidad, siempre les pedía
a mis padres uno, pero ellos me decían que eran muy caros y que además eso eran
costumbres extranjeras, y ahí se zanjaba todo.
De vuelta a casa, a trabajar. Lo primero era colocar el cielo en la pared. Había años que el cielo era mucho más bonito que otros, dependía del papel que comprásemos. después colocábamos el serrín para tapar los periódicos y luego hacíamos los caminos que señalábamos con piedrecitas pequeñas que durante los veranos en Águilas habíamos recogido de la playa, los ríos, la posada, el castillo de Herodes bien alto para que no se le viera mucho y no asustara a los niños y, por último, el pesebre en el centro, en el lugar principal. Después colocábamos las figuras, las nuevas y las antiguas y, algunas veces, los indios y americanos que mi hermano ponía cuando no nos dábamos cuenta.
Cuando estaba terminado, cantábamos un villancico; en
mi casa siempre había alguien cantando. Casi siempre mi madre, que tenía una
voz de soprano preciosa.
Como he dicho, en esos días, mis padres eran igual de
felices que niños y esa felicidad nos la transmitieron a nosotros. Para mí la
Navidad es la época más bonita del año. Nace el niño Jesús. Espero que este año
arregle algo de lo que los hombres han estropeado.
Los que habéis leído este trocito de mi vida, comprenderéis porque me gustan tanto los belenes. Ahora, como mi casa es más pequeña, me tengo que contentar con poner los portales de belén, solos. Espero que os gusten las fotos que las ha hecho un fotógrafo estupendo:
Antonio García Casas.
11 comentarios:
Este año tiene un montón de trabajo el niño Jesús si quiere arreglar lo mucho que hemos estropeado. Espero que empiece por la paz, sin olvidar este lugar en el que vivimos y nos estamos cargando. Y que todo ello esté presidido por salud para todos.
¡Felices fiestas de Navidad y lo mejor para el 2023!
Me ha dado mucha alegría que el comentario que tengo haya sido el de Macondo. Felices fiestas. Esperando que el 2023 sea mejor que este año, que acaba.
Pues si,tu relato me ha transportado a mis tiempos de niña,también en Madrid,me gustan mucho los belenes,mi historia es parecida.Mi padre era el que se ponìa conmigo a hacerlo,el cielo con papel de forrar los libros y cuadernos y las montañas con papel de embalar,también hacìamos los rìos con papel de plata,cada año se compraba 1 o 2 figuritas nuevas,lo mismo,los reyes se ponìan lejos y los iba avanzando conforme iba llegando el dìa 6 de Enero.
Sí, es verdad. El día de Reyes ya habían llegado al Portal.
Siempre hemos celebrado mucho la navidad en casa. En nuestro caso lo mejor era el reencuentro, acudiendo desde todas partes para reunirnos en torno a la mesa y la chimenea, cantando y disfrutando de los niños. Suerte enorme la que tuvimos de tener esa familia y de que tu nos lo recuerdes. 😊
La Nsvidad siempre será un momento de alegría porque se célebre el nacimiento de Jesús. Nuestros padres siempre querían una Navidad alegre y nosotros intentamos que así sea.
Querida amiga tu historia del Belén es muy bonita, me recuerda mis años de niña. Como mi padre era ferroviario, en vez de escoria poníamos las montañas de carbonilla, los deshechos del carbón quemado. Entonces las locomotoras funcionaban con carbón, la vida era muy distinta y teníamos esa ilusión cuando llegaba la Navidad de poner el Belén. Yo no estaba en Madrid, ni conocía entonces la preciosa Plaza Mayor; estábamos en Teruel, en plena sierra y ahí también hacía mucho frío, todo el invierno nevado, aunque la ilusión de la Navidad y de los Reyes Magos no me dejaban dormir, siempre con los ojos muy abiertos observando para ver si descubría algo de esa magia que nos contagiaba a niños y mayores. La Navidad actual se ha comercializado de tal forma que ha perdido casi su sentido. Se impone el árbol de Navidad, que como decía tu madre, persona extraordinaria, a la que tuve el placer de conocer
, es una costumbre extranjera. La tradición católica del Belén, viene de San Francisco de Asís, que puso el primero, para recrear ese momento de la venida del Salvador, Luz del mundo. Ahora se llena todo de árboles de plástico y luces de colores, que más parecen la señalización de algún club, de esos que se encuentran en las orillas de las carreteras, que del lugar donde llegó al mundo Dios hecho hombre. Como el tiempo está tan cambiado, ya no se huele la Navidad, con aromas de castañas asadas y magia. La Navidad para muchos jóvenes, ya no se lleva en el corazón, la magia ha desaparecido y se ha convertido en un período vacacional donde, hay que divertirse como si no hubiera un mañana. Esto es lo que yo veo diferente de aquellos años que describes muy bien en tu relato, quizá me equivoco. Pero no hay que olvidar, que todavía hay muchísimas personas que llevan la Navidad en el corazón y ponen con mimo los belenes, sin dejar atrás todos los detalles de la tradición. Gracias Conchita por traer a mi memoria el sentimiento de aquellas navidades mágicas. Un gran abrazo de Magdalena.
Me encanta todo lo que nos cuentas. Me ha traído muchos recuerdos de mi niñez😘
Un abrazo muy fuerte, Conchita.
Te invito también a pasar por mi blog.
Gracias Magdalena por tu comentario. Tienes razón, ahora ls Navidad se ha vuelto consumista. Papá Noel o Santa Klaus fue una invención de lis grandes almacenes. ¿Dónde está la alegría que tenemos los cristianos con el nacimiento de Jesús?
Querida Marisa, ahora sí que tienes puesto el.belén con esos dos nietos tan maravillos que te han traído l8s Reyes Magos. Gracias por tu comentario.
Ahora pasaré por tu blog.
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