Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

sábado, 22 de marzo de 2014

La prima de Maria Rosa

 


Otra primavera
 
Yo también tengo una prima
Que no llega la...primera
Pues se retrasa en las nubes
En los cielos, en las nieblas
Y nos pinta un arcoíris
Cuando menos te lo esperas.
 
Autora Maria Rosa Serdio González

sábado, 1 de marzo de 2014

Esto es agua. 2º y 3er. ciclo de educación primaria. Ültimo capítulo.

Dibujo perteneciente a Ladrones de cuadernos. Acequia de Murcia
Dibujp perteneciente a Ladrones de cuadernos: Acequia de Murcia.

     

3º y último capítulo

         La madre se quedó muy sorprendida ante la reacción de su hijo, pero le encantó que el niño quisiera jugar con la pequeña. Lucas la cogió en brazos y se sentó con ella dentro de la acequia, ella no paraba de reírse, de chapotear y de gritar:

         —Al-maa, al-maa. Lucas se dio cuenta de lo que quería decir:

         —Esto es a, gu, a,  venga repite, a, gu, a.

         Safía. repitió la palabra agua, en español, pero luego volvió a decirla en su idioma: Al, maa,  Al-maa. Lucas, mirándola pronunció Al-maa varias veces y vio que la pequeña se ponía muy contenta; los dos se tumbaron en el cauce de la acequia dejando que el agua los  refrescara. Rosario los miró y se le saltaron las lágrimas.

         —Mira, José,  a ver si va a tener que venir una chiquilla desde el desierto, para que le cambie el carácter a Lucas.

         José también estaba emocionado ante el comportamiento de los dos niños, pero a él le habían enseñado que los hombres tenían que ser duros y no debían mostrar sus emociones  así que, para disimular, les avisó alzando la voz desde donde estaba:  

         —Vamos chicos, está refrescando. Tenemos que tener  mucho cuidado con ella, no vaya a constiparse.

         Lucas salió de la acequia y ayudó a la niña. Su madre ya estaba allí con dos toallas grandes para que se tapasen. Se dirigieron a la casa rápidamente para cambiarse de ropa y allí les esperaba otra sorpresa: Safía. no había visto nunca un cuarto de baño ni sabía para qué servían los sanitarios; todos estaban sorprendidos. La pequeña, asombrada con esa habitación tan rara y, ellos, con la cara que ponía.  Después de cambiarla de ropa, Rosario abrió el grifo para terminar de asearla y Safía se quedó maravillada:  dos veces en el mismo día se había encontrado con el agua de una forma nueva para ella. Metió sus manos debajo y volvió a repetir: Al-maa.

         -No, a- gu a — insistió Lucas

         —A gu a —dijo Safía.

         La niña miraba sus manos, como si no fueran parte de ella, jugar con el agua.

         Lucas estaba aturdido, nunca se hubiera imaginado que en este mundo hubiese   gente que no tenía ninguna de las comodidades   de las que él disfrutaba. Se salió del baño, dejó a Safía. jugando con el agua y de acercó a la cocina. Su madre estaba preparando la cena.

         —¿Y Safía.?

         —Se ha quedado jugando con el agua, está como loca —contestó Lucas.

         —Ve por ella, hay que hacerla comprender que, aunque nosotros sí que tenemos agua,   no  debemos desperdiciarla.

         Fue difícil separar a la niña del grifo, pero el olor que salía de la cocina hizo que  obedeciese a su hermano español.

         Después de cenar, les esperaba otra nueva sorpresa; la niña ni quería dormir en la cama ni quería dormir sola, estaba acostumbrada a hacerlo en el suelo de la tienda, sobre una alfombra y junto a toda su familia.

         -—Mamá trae los sacos de dormir, los pondremos en el suelo de mi habitación, yo también dormiré como ella.

Rosario salió muy contenta.

         —Mira por donde,  en lugar de  hacerle un favor a Safía  invitándola  estas vacaciones, ella se lo va a hacer a Lucas.

         Con los sacos de dormir juntos, Safía. se durmió enseguida. Estaba cansadísima del viaje. Cuando Lucas pensó que ya no se podría despertar, salió de su habitación y se fue a la cocina.

         —Mamá ¿sabes lo que estoy pensando? Pues, en la cara que va a poner mañana cuando vea el zumo de naranja para desayunar y, no te digo nada, cuando se asome a la balsa de riego. Estoy deseando que se haga de día para llevarla a que la vea. No me imaginaba las condiciones de vida de estos niños en los campos de refugiados del desierto. Ahora me doy cuenta de lo que tengo en esta casa.

         —¿Comprendes ahora al abuelo?  Él sabía que sin  agua, nuestra huerta  se hubiera secado y  los naranjos y limoneros no hubieran dado tantos frutos ni podrías disfrutar de esos tomates tan sabrosos que tanto te gustan en la ensalada; por eso quiso profundizar el pozo.  El prefirió esa mejora en la huerta a un piso en el pueblo.

         -—Sí mamá, parece mentira lo importante que es el agua y yo, hasta ahora, cuando os lo oía decir pensaba en lo pesados que eran los mayores siempre con la misma manía:

         —No hay que desperdiciar el agua, hay que cerrar el grifo mientras te lavas los dientes, y todas esas cosa que siempre estáis repitiendo. Sabes lo que te digo, que hoy me he dado cuenta de que tengo mucha suerte viviendo aquí. Buenas noches mamá.

         —Buenas noches hijo, que descanses.

         Rosario se acostó muy contenta; Safía. le había   dado una gran lección a Lucas. Su hijo, en una tarde, había madurado más que en todo un  año.

         Safía. soñó que llovía mucho en el campamento y alrededor de su jaima crecían tantos naranjos que no podía salir de la tienda.

         Lucas, esa noche no durmió, se quedó despierto escuchando  el ruido que producían  los 200 litros por segundo que salían por la tubería del pozo que casi arruina a su abuelo. José, como otras noches, tampoco lo hacía, estaba vigilando la balsa; acababa de levantar  la compuerta para que el agua diera vida, esta vez,  a la huerta del vecino