Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

martes, 5 de marzo de 2013

Visita al Colegio Virgen de la Fuensanta, Educación infantil.


La pasada navidad fui a mi colegio invitada por María y Noelia, dos profesoras de educación infantil, para contar un cuento navideño a sus alumnos, ellas dan clase  a niños de 5 años. Elegí “Los chupetes y los tres reyes magos” que acababa de subir a mi blog porque estaba gustando mucho a todos los que lo leían; luego, debido a circunstancias imprevisibles, no he podido contaros esa visita ni  subir las fotos que nos hicimos; ahora intentaré hacer un pequeño reportaje sobre la misma.
Entré en  mi cole, con mucha ilusión, siempre me ocurre cuando llego allí. En sus aulas he dejado muchas horas de mi vida, por eso le tengo mucho cariño. En la puerta del aula de tercero de Educación Infantil, me recibió un pequeño belén que habían montado con figuritas de papel y que tenían las caritas de todos los niños de esa clase, ¿a qué os gusta? A mí me pareció muy gracioso. Mirad las fotos.
Los niños y niñas me recibieron con mucha alegría porque a ellos les gusta mucho que les cuenten cuentos y, además, el tema de los chupetes es algo que tienen muy cercano todavía; muchos recordaban lo que les había costado dejar el chupete para hacerse mayores. Aquí os pongo el enlace del cuento por si lo queréis volver a leer. http://laabuelaatomica.blogspot.com.es/2012/12/los-chupetes-y-los-tres-reyes-magos.html
Dibujos realizados por los niños y niñas de tercero de Educación Infantil.



 Lo que más les llamó la atención fue que los reyes convirtieran los chupetes en grandes pelotas con los nombres de los niños que habían dejado de usarlos y que saltaban tanto que llegaban a las estrellas. Después de contárselo  les pregunté qué era lo que habían hecho ellos con los suyos, algunos me dijeron que los habían tirado a la basura y otro me dijo que su madre lo había enganchado en un globo y había salido volando hacia el cielo. También me dieron ideas sobre lo que se podría hacer para reciclarlos y el más emprendedor sugirió  montar una fábrica para hacer balones de goma. Pasamos un rato muy agradable. Luego, los niños  hicieron unos dibujos muy bonitos  sobre el árbol de los juguetes de mi cuento; como no puedo ponerlos todos, he elegido  por azar unos pocos, aunque todos  eran igual de   artísticos.


Antes de marcharme me hablaron del proyecto en el que estaban trabajando: El vocabulario de El Quijote; me pareció estupendo que desde pequeños le den tanta importancia a una  de  las obras más importantes de la literatura. Para trabajar el vocabulario habían hecho muchos disfraces de la época y los niños estaban entusiasmados: había un traje completo de D. Quijote con la armadura, la celada, la adarga, la bacía de barbero y un montón de objetos mas que van trabajando según la letra que toca esa semana.  Me dijeron que ahora, como cierre de este trabajo tan enriquecedor iban a hacer un viaje para que los niños vieran Los Molinos que tantos problemas le dieron a D. Quijote en uno de sus capítulos. Pasarán por Alcázar de San Juan, Almagro, Las Tablas de Daimiel…  En fin, que me fui muy contenta al comprobar que la escuela pública seguirá funcionando mientras haya profesoras que la defiendan tan bién como María y Noelia.
Contando el cuento
 

domingo, 3 de marzo de 2013

GUILLE Y PABLO. GUILLE Y LAS TORTUGAS MORAS . Educación infantil y 1º y 2º ciclo de primaria.




GUILLE Y PABLO

 GUILLE Y LAS TORTUGAS MORAS

 

Han pasado varios meses desde que están en su nueva casa y Guille  quiere tener sus tortugas. Todos los días le pregunta a su mamá que cuándo van a ir a recogerlas.

—Todavía no hemos preparado bien el terreno —les dice siempre su padre.

Un día, harto de  oírles protestar, se levanta temprano y arregla toda la zona en dónde van a vivir sus tortugas. Remueve la tierra para que esté blanda y cuando llegue el invierno se puedan esconder fácilmente, les construye una cueva, les pone una valla de madera para que no se salgan de su sitio. Además ha plantado muchas hierbas aromáticas: romero, tomillo, lavanda y aloe, y ha hecho unos agujeros en la tierra en donde ha puesto unos platos hondos con agua para que se puedan bañar.

—Papá, los niños de mi clase no se creen que a las tortugas de tierra les guste el agua. Me dicen que me he inventado eso de que se bañan —le comenta Guille un poco enfadado.

—No te preocupes, cuando las tengamos aquí, los traes  un día para que vean que es verdad lo que dices.

Guille se pone muy contento al oír a su padre, por fin van a ver que no miente. Como ya tienen el terreno preparado, una tarde van a casa de su abuela a recogerlas. Son cuatro hembras y dos machos que ya están muy grandes.

—Mamá, ¿cómo distingues a las hembras de los machos? —pregunta Guille.

   Las hembras tienen  un tamaño doble al del macho y la cola ancha y

corta;  los machos la tienen estrecha y larga —le responde.

Han llevado una caja grande para meterlas y su abuela se ha puesto un poco triste porque a ella le gustaba  mucho cuidarlas.

—No te preocupes abuela que, en cuanto críen, te traemos alguna para que te hagan compañía —le dice Guille para consolarla.

Ya las tienen en casa y van a ser Guille y Pablo los que se encarguen de alimentarlas. Les ponen lechuga, rúcula y canónigos, las verduras que  más les gustan. Una mañana cuando han ido a darles la comida han visto que una de ellas tiene dos bultos en los oídos y casi no puede mover la cabeza. Tampoco la puede meter dentro de la concha porque la tiene tan inflamada que no le cabe.

—Bonita se ha puesto enferma, vamos a separarla de las otras. La pondremos en una caja con tierra y comida y veremos qué pasa —les dice su madre un poco preocupada.

Bonita fue la primera cría de tortuga que nació en casa de su madre cuando ella todavía era soltera. Le costó mucho trabajo sacarla adelante, por eso la tienen mucho cariño. Como ven que han pasado dos días y la tortuguita no tiene ganas de comer, la mamá dice a los niños:

—Esta tarde, cuando vuelva de trabajar, la vamos a llevar a la veterinaria.

Por la tarde cogen a Bonita en su caja y van a la consulta.

La veterinaria mira a la tortuga, pero parece que no sabe mucho de las afecciones de estos animales.

—Lo siento,  pero no sé qué enfermedad puede tener vuestra tortuga. Tenéis que llevarla a la Facultad de Veterinaria, allí hay un departamento especializado en animales exóticos —les dice disculpándose al ver que no puede solucionarles el problema.

Piden hora como si fueran a ir al médico y el veterinario les dice al verla:

—L[i]a tortuga tiene una gran infección de oídos, sino la  operamos se morirá.

Bonita tiene cada vez más hinchada la cabeza, los niños no quieren que  se muera y empiezan a llorar cuando  le oyen. Al verlos así, su mamá le pregunta al veterinario  cuándo puede operarla:

—Puedo el viernes a las ocho de la mañana —le contesta—. Mientras cuídenla mucho. Que coma rúcula, canónigos y brócoli, porque son verduras que tienen mucho alimento.

Le han puesto toda la comida que les ha recomendado, pero la tortuga se encuentra mal y casi no come. Todos están muy preocupados. Cuando llega el día fijado, a las ocho en punto, Mayca y Guille están en la Facultad de Veterinaria para dejar a Bonita. Pablo no ha podido ir porque se ha resfriado y tiene mucha tos, así es que se ha quedado con sus abuelos.

 El profesor les tranquiliza y les dice que no se preocupen que todo va a salir bien; ellos se van más tranquilos. Por la tarde suben a por la enferma:

—Tenía una infección tan fuerte que si no la hubiésemos operado, se hubiera muerto sin remedio  —les dice el profesor.

Después de escuchar todas las recomendaciones para su cuidado, se la llevan  a casa. El veterinario les ha dicho que la bañen en una piscina pequeña porque ellas hacen caca en el agua.

—Todavía no tiene ganas de comer, le dolerá la mandíbula y por eso no quiere abrir la boca —dice Guille a Pablito.

Pasan los días y se la ve más contenta. Se baña y hace todas sus necesidades en el agua.  

—Eso es señal de que está comiendo, Bonita está fuera de peligro, la pondremos junto a sus hermanas —comenta Mayca, muy feliz  al verla  sana y salva.

Está entrando el otoño. Dentro de poco, el frio aparecerá y todas las tortugas hibernarán. Se esconderán entre la tierra y dejaremos de verlas durante todo el invierno  —le dice la mamá a Pablo.

—¿Y cómo comen si están enterradas? —pregunta Pablo.

—Durante este tiempo las tortugas están como dormidas y no necesitan comer. Eso les pasa a muchos animales, por ejemplo a los osos –-le explica Guille a su hermano.

—¿Al oso Yogui también?

—Sí, y a Bubu —añade Guille riéndose con la ocurrencia de su hermano Pablo.

 Guille ya lo sabe  porque es más mayor y ha visto que todos los años ocurre lo mismo con esos animales, pero Pablito no.  Ahora, como ya va a cumplir cuatro años su mamá empieza a explicarle algunas costumbres de los animales para que vaya aprendiendo  lo maravillosa que es la naturaleza que les rodea.




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Guille y Pablo:Guille y Pablo se mudan. Educación infantil y 1er. ciclo de primaria.

 
Guille y Pablo ya tienen casa nueva. Ha pasado mucho tiempo desde que fueron por primera vez a ver el lugar en dónde se la iban a construir pero, por fin, ya está terminada. Los chicos están muy ilusionados con cambiarse de domicilio, entre otras cosas, porque  podrán traerse de una vez  sus tortugas moras. Su madre las tiene desde hace quince años aproximadamente. Ahora, se las está cuidando su abuela Lola porque ella tiene un jardín muy grande. En la casa nueva tienen mucho sitio y su mamá dice que allí van a estar muy contentas. Han ido a comprar cajas de cartón a unos grandes almacenes y llevan haciendo paquetes  varios días. Ellos han guardado sus juguetes y sus cuentos, y ya los tienen preparados para cuando se tengan que marchar, están esperando a tener la cocina preparada. Hoy ha llegado su papá y ha dicho:
-Chicos, ya está la cocina puesta.
-¡Bien, bien!-, gritan los niños ya podemos irnos.
Guille y Pablo  están muy contentos, hoy es la primera noche que van a pasar  cada uno en su habitación nueva  pero,  cuando se acuestan y su mamá les apaga la luz, empiezan a escuchar ruidos sospechosos  a los que no están acostumbrados, les entra  mucho miedo y no se pueden dormir.
-¡Mamá! -, dice Pablo gritando para que le oiga-, ¿puedo ir a dormir con Guille?, es que tengo miedo.
-Bueno, por esta noche, vale-, le contesta su madre desde su habitación.
Dibujo realizado por mi nieto Guille.
Le sacan la cama supletoria que hay debajo de la de su hermano y los dos se acuestan juntos, pero ni por esas se pueden quedar dormidos. Esa casa  es muy grande y está muy oscura.  Por mucho que les han explicado  que no tienen que preocuparse, que no les va a pasar nada, siguen con miedo y cuando se duermen tienen pesadillas.  Al final, esa noche, su madre también tiene que dormir con ellos. A la mañana siguiente, los niños se levantan muy contentos, quieren jugar en el jardín y  ver a su primo Quique, que a partir de hoy es su vecino. Se asoman a la ventana y pueden hablar con él. Eso a ellos les gusta mucho. Quique es más pequeño, es como Pocoyo pero sin casco azul y anda, corre y se mueve como el personaje de la serie. Ese día juegan  sin parar, unas veces en casa de Quique y otras en su casa. Colocan todos los animales de juguete en el suelo y una serpiente muy grande de goma la enrollan en un árbol de manera que parece de verdad. Una señora que se ha asomado por la verja, para ver lo que hay dentro,  ha tocado al timbre de la puerta muy asustada:
-¡Mire, le llamo para avisarles de que tienen una culebra en el jardín y los niños están jugando muy cerca de ella!
Mayca, la mamá de los Guille y Pablo,  la tranquiliza:
-Gracias por avisar pero, aunque parece de verdad, es una culebra de goma-, le aclara muerta de risa.
-¡No sabe el susto que me he llevado!, le contesta la señora al otro lado del telefonillo.
Cuando se va la vecina curiosa, la madre llama a los niños:
-Guille, quita la culebra de goma del árbol, que nos van a estar  llamando todos los vecinos. ¿No ves que parece auténtica?-, les dice la mamá aguantándose, todavía, la risa.
Los niños  también se ríen, por cotilla, se ha llevado un buen susto. Si no se hubiese asomado para ver lo que había dentro, no se hubiera alarmado tanto.
La que está contentísima es Cheetah. No para de correr y de dar vueltas alrededor de la casa. Ahora sí que va a hacer ejercicio.
Los niños están impaciente por traerse las tortugas.
-Mamá, ¿cuándo vamos a ir a casa de la abuela Lola a por las tortugas?-, le preguntan .
-Todavía no podemos, tenemos que acondicionar el sitio en donde las vamos a poner. No os preocupéis que iremos pronto a por ellas.
 A Guille y a Pablo les gusta mucho su casa de día pero cuando es de noche empieza a entrarles miedo porque ven muchas sombras y oyen ruidos bastante raros. Su madre tiene que estar con ellos hasta que se duermen.
-No os preocupéis, ya veréis como poco a poco os vais acostumbrando a dormir aquí-, les dice siempre para tranquilizarlos.
A los pocos días, ya están familiarizados con todo lo que les rodea y duermen solos. Cada vez están más a gusto.
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Las ilustraciones las he tomado de distintas páginas de internet sobre mudanzas y miedos nocturnos, espero que sus creadores no lo tomen a mal, ya que mi blog no tiene ningún ánimo de lucro.