Mis mejores deseos para que el Espíritu de la Navidad no sólo roce las almas, sino que cale en ellas.
Mensaje de bienvenida
Páginas
domingo, 22 de diciembre de 2013
Presentación de la colección de cuentos infantiles Ratón Blanco en el Museo Ramón Gaya de Murcia.
En mi blog no tengo costumbre de hacer reseñas ni comentarios de cuentos escritos por otras personas porque para eso hay otros blogs que se dedican ello, yo aquí solo subo los cuentos escritos por mí. Esta vez voy a hacer una excepción porque el autor del libro, Blas Mira, que es muy amigo mío, se lo merece y la ilustradora Virginia García dibuja maravillosamente como podréis comprobar.
Virginia y Blas |
Los cuentos son una preciosidad y los camellos de los Reyes Magos traen un montón para los niños de Murcia.
No puedo desvelaros más cosas de este Ratón porque tendréis que comprobarlo vosotros mismos; sólo os diré que es muy educado y buen compañero. Estoy segura de que os encantará.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
EL CUARTO REY MAGO. RELATO NAVIDEÑO.
Queridos amigos, hace dos o tres años alguien me regaló tres folios en los que estaba escrito el cuento de El Cuarto Rey Mago. Como no ponía el nombre del autor los dejé a la derecha de mi ordenador y poco a poco fui colocando más hojas encima de él hasta que desapareció de mi vista.
Cada vez que hacía limpieza lo volvía a leer y me emocionaba el contenido de aquellos tres folios pero, el hecho de no saber quién los había escrito me impedía colocarlos en mi blog.
Este año me he decidido: debo enseñarlo a mis lectores porque merece ser leído. Todo lo que está escrito es bello, bueno y debemos ponerlo en práctica.
Antes de copiarlo he preguntado a un montón de amigos a ver si encontraba al que me lo regaló, pero nada, no ha aparecido. Si alguien reconoce que este escrito es suyo no tiene más que decirlo y aquí pondré inmediatamente su nombre. Nada me haría más feliz.
También os digo que he resumido un poco la introducción para no hacerlo muy largo. Espero que os guste tanto como a mí.
Queridos niños y niñas:
Hemos recibido vuestras cartas, las hemos leído de una en una , cerrando los ojos y abriendo el corazón para saber, no solo lo que queréis sino para percibir el latido que permanece escondido en vuestras peticiones.
Observamos cómo la mano os tiembla al escribir. Cuando uno desea de corazón , y no por capricho, aprende a disfrutar de la abundancia y de la escasez, a gozar de la vida con lo que tiene. En los deseos, como en las posesiones, es mucho mejor ser austeros , pero no indigentes.
Vuestras cartas son enormes, cada año más largas y con peticiones que sentimos cada vez más alejadas de vuestras almas de niños. Con esta carta queremos alertaros para que toméis las riendas de vuestras propias necesidades.Tal vez nunca hayáis oído hablar del Cuarto Rey Mago de la leyenda, pero aquí os la vamos a contar.
-Sí, al principio eramos cuatro. Salimos juntos guiados por la estrella en busca del Niño de Belén. Una noche acampamos junto a la choza de un pastor. Casi al amanecer se desató una terrible tormenta. El pastor, que gentilmente nos dio cobijo, perdío gran parte de sus ovejas, asustadas por el resplandor de los rayos y truenos. Nosotros tres remprendimos la marcha hacia Belén, y él se quedó ayudando al pastor a buscar su rebaño. Continuó el viaje solo y en el trayecto se encontró a una familia de campesinos que apenas tenían para comer. La cosecha había sido la peor que recordaban desde hacía años. Nuestro compañero, el Cuarto Rey Mago dejó allí el vino y el aceite que llevaba como presentes al Niño de Belén. Llegó solo, cansado y tarde y con las manos vacías al pesebre donde ya había nacido el Niño que estábamos buscando.
Y allí ocurrió algo sorprendente y maravilloso, nada mas entrar, el Niño levantó sus brazos y los dirigió hacia el Cuarto Rey. Jesús acercó su oído al corazón del Mago que era tan grande y latía con tanta fuerza y armonía que el Bebé inmediatamente se quedó plácidamente dormido. Su Madre se emocionó al ver lo ocurrido y nos dijo:
-Gracias por vuestros regalos. Sé que cada uno vale, no tanto por su valor material, sino por el simbolismo que encierran y que habrá de servir a las siguientes generaciones. Pero sin duda que el Niño ha elegido como regalo un corazón ardiente y lleno de amor.
- El Niño nos ha ofrecido su primer mensaje:”Había proclamado al mundo su primer testimonio” Todos los allí presentes sabíamos lo que nos acababa de decir, de mostrar: que Él había venido al mundo, no para ser agasajado con cosas, objetos o riqueza, sino para abrazar y ser abrazado por el corazón humano.
Desgraciadamente, con el tiempo, se perdió la transmisión de este acontecimiento. El Cuarto Rey Mago pasó al olvido y, lo peor de todo, se llevó consigo el recuerdo de lo ocurrido, el primer mensaje dado por Jesús al mundo.
-Queridos niños y niñas, el recuerdo del Cuarto Rey Mago no tiene que llevarnos a despreciar los regalos y los juguetes, sino que nos hará recordar que el corazón sencillo y humilde hace que nuestras manos estén siempre rebosantes con muy poco. Esa aparente ¿escasez? No será entonces manifestación de carencia sino de plenitud.
Para acabar queremos enviaros el lote de regalos que al Cuarto Rey Mago más le gusta enviar. No olvidéis ponerlos junto a los que recibáis de nosotros.¡Ah! y si tenéis que elegir, haced como el Niño de Belén.Imaginad que de entre las líneas de esta carta emergen nuestros brazos hasta llegar a entrelazarse y fundirse con los vuestros.
Os deseamos una noche Mágica de Reyes llena de esa alegría y gozo al que tenéis derecho y que el Niño de Belén desea para todos vosotros.
Regalos del Cuarto Rey Mago:
- Una flor para aprender a amar la tierra.
- Una jaula sin puerta para que aprendas a amar el aire
- Una vasija de barro para que aprendas la fragilidad de las cosas.
- Un reloj sin manecillas para que vivas todo en presente.
- Un abrazo en silencio para que acojas en ti la ternura.
- Un libro para que te sientas más libre.
- Un día sin televisión para que la noticia seas tú.
- Un paseo por el campo para celebrar la belleza del mundo.
- Una caracola para aprender a amar el agua.
- Un atardecer dorado para que llenes tus ojos de cielo.
- El canto de los pájaros al amanecer, para que oigas la músicas de tu alma.
- Un amigo para jugar, para recordarte tu humanidad.
- Una noche estrellada para que veas la eternidad dentro de ti.
- Un día de lluvia para que aprendas a ser agradecido.
- Un día de sol , para que reconozcas la luz que llevas dentro.
- Una canción para que puedas celebrar la danza de la vida.
- Una botellita cerrada. No la abras nunca, para que así puedas amar y comprender el Misterio.
viernes, 13 de diciembre de 2013
El abeto de cartón. Cuento navideño para todas las personas con el corazón muy grande.
Dibujo de La abuela atómica. |
El
pequeño abeto sintió que alguien tiraba
de él y le sacaba de golpe del lugar en donde se encontraba. No es que fuera
muy agradable estar metido debajo de una
cama días y días pero ahí estaba calentito y no pasaba frío.
—“Seguro que es jueves” —pensó.
Todas las semanas, el mismo día, Paquita la
asistenta le sacaba de un tirón protestando; después, pasaba la fregona por
debajo de la cama y, con malos modos, le daba un empujón con el pie y lo volvía
a colocar en donde siempre estaba.
—No sé para qué quiere este árbol de Navidad, ¡solo para criar
polvo!, si ya casi no tiene adornos. Cualquier día lo echo a la basura y luego
averigua quién ha sido. ¡Señoraaa! ¿Tiro este cartón viejo que hay debajo de la
cama de Esperancita? —preguntó chillando a su jefa.
—¡Pero qué manía te ha entrado! —contesto la dueña de la casa
desde la habitación de al lado. ¿A ti te molesta el pobre árbol? ¡Pues déjalo
en su sitio tranquilo! El abeto respiró satisfecho; hasta el jueves siguiente no
tendría que volver a preocuparse.
La vida del abeto había sido muy aburrida y triste
antes de aquellas Navidades en las que
la niña de la casa lo rescató del cuarto de los trastos. Antes era una simple
caja de cartón en donde vino la nevera, bien protegida de los golpes, pero
cuando la niña entró en el trastero y la vio se dio cuenta de que de ese
envoltorio se podía sacar algo hermoso. La cogió y la llevó hasta el cuarto de
estar.
— Mamá, ya sé con qué me voy a hacer el disfraz este año; esta
caja me servirá para recortar un árbol de Navidad
Doña
Esperanza vio a su hija tan ilusionada que se prestó a ayudarla, y entre las
dos separaron el lado más grande para hacer un abeto.
Primero dibujaron la silueta, después con unas
tijeras de jardinero lo recortaron. Estuvieron toda la tarde trabajando en él y,
por fin, Esperancita pudo sacar la
cabeza por un agujero grande que habían hecho a su altura. ¡Qué contentos
estaban todos! Doña Esperanza y su hija porque les había quedado precioso, y el
trozo de cartón porque nunca se había visto tan guapo y bien arreglado.
La
fiesta del colegio fue muy divertida, y a los compañeros de la niña les gustó mucho
su árbol de Navidad. En el escenario todos la aplaudieron con gana cuando
apareció vestida de abeto y con una estrella dorada encima de la cabeza.
La
pequeña lo llevó puesto algunas veces más, pero desde que se hizo mayor y se fue de casa, la vida de
nuestro árbol había sido siempre igual: debajo de la cama, menos los jueves
cuando llegaba Paquita.
Ese día oyó un comentario de doña Esperanza a la asistenta:
—Este año viene Esperancita con mi nieta a pasar la Navidad y
seguro que le dará mucha alegría ver su antiguo disfraz, así que, ni se te
ocurra tocarlo. Le traerá muy buenos recuerdos.
Cuando el abeto oyó eso, le entró una alegría
tremenda. Sabía que se acercaban esas fechas porque desde donde él estaba se
oía en la televisión los anuncios de
turrones y de juguetes. También las muñecas de Famosa se iban acercando al
portal y una cosa que se llamaba Lotería iba a hacer muy felices a la gente,
por lo menos eso es lo que él escuchaba machaconamente desde el dormitorio de
su amiga. De vez en cuando, ponían villancicos por la radio y, entonces, sí que
se ponía triste. Pero este año iba a ser diferente, ¡venía la niña de la casa! Se volvería a disfrazar y bailaría
junto a ella cuando pusieran música.
Pasaron
unos días y todo seguía igual, hasta que un jueves doña Esperanza dijo que
había que hacer limpieza general en la habitación de su hija. Lo volvieron a
sacar de debajo de la cama y lo pusieron en el pasillo durante un rato, ¡por lo
menos pudo airearse un poco! Cuando ya creía que lo iban a colocar en su sitio, se acercaron Paquita y su jefa,
le pasaron el plumero por encima y le sujetaron de nuevo las bolas, el
espumillón y la estrella de la copa. Desde donde estaba pudo ver, de refilón,
la mesa toda adornada, ¡estaba preciosa! Se notaba que ya era Navidad de verdad.
Cuando
terminaron, esta vez lo llevaron al
salón y lo apoyaron sobre una pared muy grande, ¡le habían puesto en el sitio
más importante de la casa! Desde allí sí
que podía ver todo bien.
—¡Anda, si también han
puesto el belén! —dijo recordando sus buenos tiempos.
En ese momento, sonó un claxon en la calle y doña Esperanza se asomó por el balcón.
—¡Son ellas, Paquita!, ¡son ellas! —exclamó loca de alegría.
A
la pobre señora, siempre tan aburrida y sola, le cambió la cara; fue como si se hubiese quitado de golpe una máscara llena
de arrugas y tristeza y hubiera recuperado la juventud y la lozanía
que había perdido mucho tiempo atrás.
No
os podéis ni imaginar la alegría que sintió el abeto al ver aparecer en el
umbral de la puerta a su niña. ¡Cómo había cambiado! Esperancita se había convertido en toda una
mujer. En ese momento nuestro protagonista se dio cuenta de que ella había
crecido mucho, pero él seguía igual. Ya no le iba a servir para nada; no podría
disfrazarse más porque él se le había
quedado pequeño. ¡Toda su alegría se transformó en pena! Pensó que su hora llegaría en cuanto pasaran
estas fiestas. Paquita se saldría con la suya y lo tiraría a la basura.
Una
cabecita pequeña asomó por detrás de la falda de Esperancita. Era una réplica
de su madre, pero en pequeño.
—No seas vergonzosa, Gema, pasa y dale un beso a la abuela. ¡Ay!,
pero si está mi abeto —dijo emocionada cuando lo vio frente a ella. Se acercó a la pared en donde
estaba apoyado, lo levantó en brazos y empezó a dar vueltas y vueltas por la habitación.
—Gracias mamá, no sabes la alegría que me has dado, pensé que lo
habrías tirado a la basura.
Y dirigiéndose a la pequeña le dijo:
Mira Gema, este árbol lo hice yo cuando era un poquito más mayor
que tú y me trae unos recuerdos preciosos; ven que te voy a disfrazar con él.
jueves, 12 de diciembre de 2013
NO COMPRES UNA MASCOTA. ADÓPTALA
Mateo y Fefa. |
El dibujo que encabeza este escrito lo he compartido de facebook. Espero que Mateo y Fefa me lo presten. |
Se acercan unas fechas muy esperadas para mayores y pequeños, en las que Papá Noel y Los Reyes Magos nos traen todos los caprichos con los que hemos estado soñando durante todo el año.
Tanto los padres como los niños se vuelven locos pidiendo cosas en sus cartas. En estos días, muchos sueñan con tener una mascota: puede ser de pelo, como los perros y gatos, de plumas como los loros o Agapornis, también pueden tener caparazón como las tortugas o tener escamas como los pececillos
Tener una mascota nos crea una serie de obligaciones que debemos cumplir, pero no un día o dos hasta que nos aburramos no, el cuidado de un ser vivo será para toda la vida.
Por eso os pido que leáis atentamente lo que pone en el dibujo que encabeza este escrito y que he tomado prestado, y cuando lo tengáis decidido, adoptar un animalito de los que tanta gente abandona sin ningún miramiento ni corazón.
Los animales no son juguetes que se cambian de un año para otro, son seres vivos que, como nosotros, necesitan alimento, cariño y cuidado.
Por favor adopta, ya verás cómo te sientes recompensado.
La abuela atómica
miércoles, 30 de octubre de 2013
Mamá,hay un brujo en nuestra habitación. Educación primaria
Dibujo realizado por Guillermo Martínez Ortiz, mi nieto. |
Bea acababa de llegar de un excitante viaje desde el centro de África. Ella era la mejor amiga de la madre de Guille y Pablo, y estos sabían, con
seguridad, que les traería un regalo.
Por fin, una tarde fue a verlos con un paquete bastante
grande. Ellos tenían mucha gana de ver de qué se trataba y se fueron a su
habitación a abrirlo mientras su madre y Bea se quedaban hablando de las
aventuras que esta última había vivido en ese continente, tan extraño para
ellos.
De repente, los
niños volvieron gritando muy alborotados, con los ojos desorbitados, y con una
figura dentro de la caja que le devolvieron a la amiga.
—Mamá, no nos gusta para nuestra habitación —expuso Guille muy
agitado—. Seguro que si la colocamos en la estantería vamos a tener unos sueños
terroríficos.
—¡Qué miedica eres!! —replicó la madre—. A ver, déjame que la
vea.
Mayca se acercó a la
caja y dio un respingo al ver la figura que había dentro. Nunca había visto
nada tan feo.
—¡Qué exagerados sois! En Bulubanda esta figura trae buena
suerte al que la tiene y protege de los malos espíritus.
—Pues yo creo que es la figura de un espíritu maligno —añadió
Pablo casi temblando.
—Mirad, vosotros hacedme caso. Colocadla en la estantería blanca
y si empezáis a tener pesadillas, me la llevo y se la regalo a mis sobrinos.
Eso de que un regalo
que era para ellos, fuese a parar a manos de otros niños no les gustó nada ni a
Guille ni a Pablo y entonces respondieron:
—Vale, vamos a probar, pero esta noche solo; mañana te llamamos
y te decimos cómo nos ha ido.
Esa noche, la mamá
colocó al brujo en la última leja, un poco metido hacia dentro para que no la
viesen desde la cama, pero aun así sabían que estaba allí.
El brujo estaba
tallado en piedra oscura, tenía los ojos cuadrados y grandes como si llevase
unas gafas de bucear puestas , la nariz era muy ancha, con un aro enganchado en
ella que hacía juego con los que le colgaban
de las orejas; los aros debían de ser muy pesados; la boca le llegaba hasta las
orejas, sus dientes eran tan largos como
colmillos, y los de arriba encajaban con los de abajo como si se tratase
de un perro de presa. El pelo, de punta, estaba hecho con fibras de palmeras o
de árboles africanos. En el cuello llevaba un collar de huesos, que Pablo
aseguraba que eran de niños pequeños que el brujo había matado y luego se había
comido. Estaba sentado y tenía sujeto en una mano un hacha y en la otra una lanza
con plumas de colores.
—Guille, ¿y si ese collar está hecho con huesos de niños?—
preguntó Pablo.
—Oye, si empezamos así, esta noche no vamos a pegar ojo; vamos a
dormir —exclamó Guille enfadado con su hermano pequeño.
A
pesar del miedo, como habían jugado al futbol estaban muy cansados; al poco
rato los dos pequeños se quedaron dormidos.
Al día siguiente, se
levantaron como si nada; habían dormido bien y se les olvidó que en su
habitación, en la última leja, había un brujo.
Pasaron los días y
llegó la noche de Halloween. En casa de Guille y Pablo hicieron una fiesta;
todos sus amigos fueron disfrazados; algunos de esqueletos, de brujas, de
momias, etc… Su madre les había preparado un disfraz de fantasma y había
llenado el jardín de calabazas con velas dentro. Estuvieron jugando con sus
amigos hasta que se hizo muy tarde y cada uno volvió a su casa. Subieron a su
habitación y se durmieron enseguida.
Un ruido y un viento
helado despertó a Guille: se había abierto la ventana. Tenía frío, así que
intentó, a tientas, buscar las zapatillas para levantarse a cerrarla. De
repente se quedó helado, pero no por culpa del frío sino al ver, al lado de la
ventana, que el brujo de su estantería se había convertido en un hombre de
verdad. Él había abierto la ventana, y
por ella estaban entrando los brujos y hechiceros más terribles que os podéis
imaginar, todos con las caras pintadas, con
uñas larguísimas, y llenos de argollas, tanto en las manos como en los
tobillos. Algunos llevaban pieles de animales como vestido, y todos tenían
lanzas, hachas y otras armas por el estilo. Guille empezó a temblar aunque
cerró los ojos para que no se diesen cuenta de que los había visto
—¡Qué no se despierte Pablo!, ¡que no se despierte Pablo! —repetía
en silencio. Sabía que si lo hacía, no podría aguantar el miedo y empezaría a
chillar como un loco.
En medio de la habitación había una marmita
muy grande, y un hechicero, que parecía el jefe de todo el grupo, moviendo un
líquido asqueroso que olía a podrido. Se pusieron a danzar alrededor de la olla
un baile horrible a la vez que cantaban. ¿Y sus padres?, es que no oían el
escándalo que había en su dormitorio.
En ese momento,
Pablo se despertó, y al ver a los brujos en su habitación, pasó lo que Guille
había temido, gritó tan fuerte que los
hechiceros se pararon y dejaron el baile. Parecía que se habían enfadado
bastante. Fueron con los cuchillos levantados hacia donde estaban las camas de
los niños. Los dos estaban tan aterrorizados que empezaron a llorar, a chillar
y a llamar a sus padres, pero ellos no se enteraban de nada aunque estaban en la habitación de al lado. De repente, el
reloj del salón empezó a dar las campanadas, los brujos se quedaron quietos al
escucharlas y, como si estuviesen hechos de humo y polvo, salieron por la ventana que se abrió
sin saber cómo. El hechicero volvió a su lugar anterior, y todo quedó en calma.
Halloween había terminado.
—¡Guille!, ¡nos hemos librado por poco! —dijo Pablo secándose la
cara con las manos, temblando todavía. ¿Crees que nos hubieran matado?
—Hombre, en la olla iban a cocer a alguien ¡Qué cosa tan
terrible podía haber pasado!
—¿Tú crees que si se lo
contamos a alguien nos van a creer?
—Pablo, mejor, no se lo digas a nadie. Pensarán que estamos
locos. De todas formas, esto no va a volver a pasar —le dijo Guille
tranquilizándole. Cogió la figura del brujo, la tiró contra el suelo haciéndola
mil pedazos, y después la envolvió en un papel. Al día siguiente, al ir al
colegio, la tiró a un contenedor.
En clase, los dos hermanos estuvieron muy
nerviosos hasta que poco a poco se
fueron tranquilizando. Cuando volvieron a casa le dieron un beso a su madre y
fueron directamente a su habitación, no querían pensar que estuviese allí la
marmita o alguno de los hechiceros que habían visto la noche anterior.
—¡Menos mal!, no hay nadie —dijo Guille y dejó la mochila
tranquilamente encima de la cama.
- ¡Mira Guille! —exclamó Pablo señalando la estantería. Allí
estaba la figura del brujo otra vez. Al verla, salieron corriendo hasta el
cuarto de estar.
-Mamá, mamá, hay un brujo en nuestro dormitorio —gritaron con
desesperación.
—Pero, claro, si es el que os trajo Bea de su viaje por África.
Los dos niños, mirándose en silencio, se sentaron sin
fuerzas en el sofá.
Autor:Guille Martínez Ortiz |
Autor:Pablo Martínez Ortiz |
jueves, 3 de octubre de 2013
El gorrión y La Flauta Mágica. 2º Ciclo de educación Primaria.
sábado, 28 de septiembre de 2013
Dos músicos en la familia
miércoles, 11 de septiembre de 2013
Una lluvia muy especial. Educación infantil y primaria.
Guille está aburrido, tiene mucha hambre pero, en casa, para merendar, solo hay cosas tan aburridas como él: plátanos, manzanas y galletas. A él le gusta mucho la fruta, pero una tarde aburrida necesita algo divertido para levantar el ánimo. De un momento a otro, las nubes van descargar toda el agua que, como esponjas grises, han empapado en el mar.
-Guille, ha empezado a llover-, le dice Pablo, entrando en el salón como un loco.
-Vaya fastidio, ya no vamos a poder ir a casa de la abuela, me prometió que hoy nos iba a hacer un bizcocho de chocolate. Voy a llamarla.
-Hola abuela, soy Guille. ¿Nos has hecho el bizcocho?-, pregunta con ansiedad.
-Pues claro, pero con la que está cayendo no os aconsejo que salgáis. Es mejor esperar a que pare de llover.
Guille se asoma una y otra vez, nervioso, esperando que termine de caer agua. Por fin aclara, ya se ven las estrellas y la luna ha aparecido entre las nubes como un globo lleno de leche.
-Mamá, ya podemos salir, la abuela nos está esperando para darnos el bizcocho-,le dicen muy contentos ante la perspectiva de una rica merienda.
Los niños se meten en el coche y van a casa de la abuela, que está en el campo, sin miedo a ponerse como sopas.
Cuando salen del coche su madre les avisa:
-Alto, mucho cuidado por donde pisáis, el suelo está lleno de caracoles.
Es verdad, los niños se asombran de la cantidad de estos animalitos que hay por todas partes, nunca habían visto tantos ni tan juntos; están paseando solos o en grupo, por el suelo pero también están subiéndose por las paredes y han empezado a comerse las macetas. Pasan despacito mirando donde ponen el pie para no pisarlos. Pobres caracoles si los pisaran les romperían la casa y se morirían. Cuando llegan a la puerta, tocan el timbre y al salir su abuela, le dicen llenos de emoción:
-Abuela, ¿sabes qué? ¡Han llovido caracoles!
La abuela comprende que sus nietos necesitan algunas aclaraciones sobre los caracoles y la lluvia, así que con una gran sonrisa les invita a pasar.
martes, 18 de junio de 2013
El ogro Zampón visita el colegio de los Maristas Merced Fuensanta.
Esta mañana, bien tempranito, he tenido el gusto de visitar con mi cuento, EL OGRO ZAMPÓN, el colegio de Los Maristas. Un total de ciento cincuenta niños, cinco clases de tercero de infantil, has asistido a una sesión de cuentacuentos y se han portado de maravilla. Ester, una de las profesoras me pidió que les mandase el cuento el día anterior con el fin de leérselo una vez, antes de que yo se lo contara para que les sonase algo. La verdad, no tenía muy claro si sería un poco largo para niños tan pequeños, pero me han dejado asombrada con la cantidad de datos que habían retenido de él. Han participado mucho y han contestado a mis preguntas con un interés tremendo. Al principio, les iba preguntando cosas según les contaba el cuento pero, luego, he tenido que dejar de hacerlo y contárselo todo seguido porque cuando intervenían era difícil hacerlos parar. Cuando hemos llegado a un punto en el que al ogro Zampón le pican las hormigas, han empezado a nombrar las clases de hormigas que conocían y ríete de los programas de animales de la segunda cadena. Les he preguntado qué era lo que más les había gustado del cuento y muchos de ellos han contestado que cuando el niño le cambia el nombre de Zampón por el de Cumplidor.
Después de leer les he preguntado si encontraban algún parecido entre este cuento y algún otro que ellos conociesen. Uno de ellos, enseguida ha respondido que en el cuento de Pinocho el hada también le castiga por mentir. No era fácil encontrar ese paralelismo pero, ellos, lo han hecho.
Al terminar, les he dicho que les tocaba el turno a ellos: les he pedido que alguien me recitase una poesía o me contase un cuento. Ha salido un poeta, una cantante y un intelectual; todos lo han hecho muy bien sin ningún apuro han cogido el micrófono y con mucha soltura han actuado delante de sus compañeros. Después, Jorge creo que se llamaba, nos ha dado una charla sobre el Universo que nos ha dejado a todos con la boca abierta. ¡Qué manera de explicar los planetas! Por supuesto que Jorge, de mayor, quiere ser astronauta.
Por último les he enseñado mi blog de cuentos y les he recomendado que entren en él de vez en cuando.Seguro que se divierten.
Solo he estado una hora con ellos pero ha sido muy intensa y provechosa para todos.
Un beso muy fuerte para todos ellos y para sus profesoras.
domingo, 2 de junio de 2013
Guille y Pablo: La sorpresa de Guille. Educación Primaria.
Los amigos de Guille lo saben, las mamás del colegio lo saben y, hasta Mayca, la madre de Guille, está enterada de todo pero, a él, no le han dicho ni media palabra, quieren que sea una sorpresa. Todo el mundo está de acuerdo en que va a ser la mayor alegría que le pueden dar.
Hoy Guille ha ido a clase como todos los días sin sospechar nada, pero sus compañeros sí que están nerviosos; llevan muchos días guardando el secreto y, eso es algo muy difícil para los chicos de esa edad. Han estado cuchicheando durante el recreo y luego, en el comedor, sus compañeros Pepe, Miguel, Luis y Paco han explotado.
-Guille, vas a tener una sorpresa, adivina qué es-, le dicen poniendo cara de misterio.
Guille se ha quedado pasmado, piensa que es una broma y exclama:
-Que los tres os vais a quedar conmigo a hacer los deberes.
Guille, después de comer se queda haciendo los trabajos de clase mientras sus amigos tienen futbol, y echa de menos su compañía cuando trabaja, por eso, también le hubiese gustado que ellos se hubiesen quedado con él.
-No, frío frío-, responden
-Ya sé, la sorpresa es que viene mi amigo Adrián-, exclama riendo.
¡Todos se han quedado de piedra! ¿Cómo habrá adivinado que es verdad, que Adrián está de nuevo en Murcia? Fingen como pueden.
-Sí hombre, cómo va a venir desde Ecuador-, dicen disimulando mientras terminan de comer.
-La sorpresa te va a hacer llorar mucho mucho y es… un sándwich de jamón y queso-, le explican muy serios.
-Y ¿por eso voy a llorar? –pregunta extrañado.
-Sí, porque quema. Todos ríen ante las tonterías que se les están ocurriendo.
Por fin, terminan de comer y Guille, como todos los días, se va a estudio mientras que los otros compañeros salen al patio a jugar al fútbol. Él no sabe que su madre ya ha hablado con las monitoras para que al terminar de comer, en cuanto llegue su amigo, le dejen salir a jugar con toda la clase para celebrar su regreso.
Cuando llega Adrián al colegio, todos los chicos que están jugando en el patio van corriendo a saludarle, Guille está dentro y no se entera. La monitora le dice que salga, que hay alguien fuera que quiere saludarle, que puede ir también a jugar con todos porque tiene el permiso de su madre. El encuentro entre los dos amigos ha sido muy emotivo; Guille es un chico muy sensible y al ver a su amigo del alma se ha abrazado a él y no podía parar de llorar. Las madres de los demás niños, que también habían llegado para recibirle y darle la bienvenida después de tantos kilómetros de avión, se han emocionado al ver llorar así a Guillermo.
Adrián y Guille han ido juntos al colegio desde pequeños, siempre decían que eran los mejores amigos del mundo; celebraron juntos muchos cumpleaños, Guille fue a la comunión de Adrián y este a la suya, han pasado jugando muchos fines de semana, estaban en el mismo equipo de fútbol y siempre pensaron que no habría nada en el mundo que los pudiera separar, hasta que un día… Tony, el profesor, dio la noticia en clase:
-Chicos, os tengo que decir algo que no os va a gustar mucho. Adrian, vuestro compañero, tiene que volver a su país.
Guillermo ni siquiera podía sospechar que algún Adrián se iría de España; se había imaginado su vida siempre al lado de su amigo. Cuando Adrián tuvo que volver a su país se le cayó el mundo encima. Sus abuelos para quitarle el disgusto se lo llevaron a la playa, le dijeron que todas las personas van dejando durante su vida montones de amigos, pero que esas amistades no se olvidan, que se guardan en el corazón como un tesoro, y le ponen el ejemplo de su madre:
-Mira Guille, nosotros nos teníamos que mudar muchas veces de ciudad por el trabajo de tu abuelo ,y tu madre tenía que hacer amigos en cada colegio nuevo a donde llegaba y dejar a los otros con todo el dolor de su corazón, pero ahora tiene muchos amigos en muchas ciudades-, le dice su abuela.
No parece que eso le consuele mucho pero, poco a poco, entre los baños en la playa y las fiestas de San Juan se le va pasando el disgusto, aunque sigue acordándose de él.
Ahora, tiene de nuevo a Adrián a su lado. Han vuelto las meriendas en las hamburgueserías, las excursiones a la playa, las fiestas de bienvenida, pero hay que hacerle comprender que solo va a estar aquí quince días, después se marchará otra vez y eso será otro golpe para Guille. ¿Cómo lo aceptará? Espero que mejor que la primera vez; Guille ya tiene once años y debe comprender que la vida, de vez en cuando, nos da sorpresas, unas buenas y otras malas.
Menos mal que la madre de Adrián les ha prometido que van a volver a España una vez al año. Esta vez, la despedida será un poco menos amarga.
El dibujo en de una página para colorear "Dibujos de amigos"
sábado, 1 de junio de 2013
Guille y Pablo: Conversaciones con Pablo, un futuro emprendedor.Educación Primaria.
Lo que menos me podía imaginar en ese momento era que un niño de seis años saliese con esa pregunta. Intento aguantarme la risa porque me hace mucha gracia.
-Pues sí son caros porque son difíciles de pescar.
-Se pescan donde hay muchas rocas ¿verdad?
Pescando percebes |
-Ya lo sé pero en mi playa en Campoamor si hay muchos, y este verano yo voy a vender percebes.
-Me extraña que en Campoamor haya percebes-, le digo para que me deje seguir viendo el reportaje en donde están hablando de las pirámides nubias que son una preciosidad.
-Abuela, ¿cómo se cogen los percebes?-, continúa.
-Pues con un cuchillo para poder despegarlos bien de las rocas-, le explico.
-Y ¿con tijeras no se puede?-, sigue preguntando.
-Yo creo que no, porque los romperías-, le aclaro.
En ese momento le llama la atención las pirámides de las que están hablando y su antigüedad. El reportero comenta que las ruinas que tiene delante son del 2.115 antes de Cristo, pero Pablo se queda solo con el número.
-Abuela, se ha equivocado, como va a ser el 2.115 si estamos en el 2.013.
-Ha dicho antes de que naciera Jesucristo-, le explico.
-Entonces, las hicieron hace…,-inmediatamente hace la suma-, 4.128 años. ¡Qué bárbaro!-, dice, y se queda tan pancho.
Con lo pequeño que es, cómo maneja los números; me deja totalmente asombrada y él continúa hablando:
-Abuela, para poner una tienda ¿hay que pedir permiso a alguien?- siguen proyectando el reportaje, interesantísimo, en la televisión- pero yo ya no sé qué es más interesante si lo que ponen en la pantalla o las preguntas de mi nieto.
-Sí, tienes que pedirlo en el ayuntamiento para que te dejen vender.
-Y para vender en la calle ¿también?
-Sí,- le contesto.
-Ah, pues mi madre tiene un amigo en el ayuntamiento que a lo mejor nos puede dar permiso para vender los percebes y las pescadillas. En mi playa hay muchas pescadillas. También hay otros peces blancos ¿Tú te acuerdas cuando te pusiste las gafas de bucear, unos peces blancos que había? Pues esos no los he visto nunca en otro sitio, solo en Campoamor-, aclara.
-Bueno, seguro que sí los has visto, lo que pasa es que dentro del agua los peces parecen diferentes con los reflejos de la luz-, le contesto.
-Sabes lo que te digo, que a lo mejor mi madre no me deja vender pescadillas-dice poniéndose pensativo-, porque el año pasado me metí donde va mi hermano Guillermo a bucear y casi me ahogo. Tuvo que entrar ella a por mí porque no llegaba a la orilla.
Mientras, los cuatro reporteros han llegado a los templos egipcios de Abu Simbel y el tema de la venta callejera ha pasado a segundo término.
Templo de Abu-Simbel |
A ver cómo le explico esto, ¡me pone en cada aprieto!
-Ellos creen en Alá y nosotros en Jesucristo pero en realidad solo hay un Dios, lo que pasa es que se le llama con distintos nombres-. En ese momento eso es lo que se me ocurre para explicarle sus dudas.
Las vistas que salen en la pantalla son una maravilla; después visitan la pirámide de Keops.
Siguen contando que está hecha con 2.300.000 bloques piedra de 2 toneladas cada uno. Pablo, con sus seis años, inmediatamente calcula el peso de todas las toneladas.
-Abuela, son 4millones seiscientas mil toneladas de piedra….
Pirámide de Keops |
La conversación de esta tarde me ha devuelto la confianza en la recuperación económica de nuestro país. Si tenemos suerte, y hay muchos niños como este preparándose en nuestros colegios, la falta de emprendedores que tenemos actualmente se acabará, y en poco tiempo todos saldremos de la crisis.
martes, 21 de mayo de 2013
Una clienta incómoda. Educación secundaria.
Una señora rubia, elegantemente vestida toda de negro, salió a recibirla:
-Buenas tardes, ¿qué desea? -dijo mirándola con cara de extrañeza al darse cuenta de que esa señora, precisamente, no era del tipo de las que se vestían en su tienda.
-Buenas tardes. Verá, necesito un vestido para una boda. Voy a ser la madrina y me han dicho que ustedes tienen los mejores de la ciudad.
La señora rubia la volvió a mirar de abajo a arriba. Paseó despacio sus ojos por los tobillos hinchados y las pantorrillas rechonchas de la clienta y siguió por los michelines de la cintura y su abundante pecho.
-Pase, pero…, no sé si aquí habrá algo que pueda servirle. Vaya mirando entre los vestidos que hay expuestos –le indicó señalando unos percheros- y cuando encuentre algo que le guste, veremos si tenemos su talla – dijo de una manera algo despectiva, como si quisiera perdonarle la vida por el atrevimiento de querer vestirse en su local.
Dña. Patro fue repasando las perchas: gasas, terciopelos, sedas adamascadas, muarés… Por fin pareció decidirse por uno de ellos,lo señaló para que la señora rubia y elegante que la había recibido, le buscase su talla:
-Me gusta este. Creo que me hará más delgada.
-Pues lo siento, ese modelo es el único que nos queda, y es una treinta y ocho- dijo regodeándose con una sonrisa que no tenía nada de agradable-, pero aquí hay uno que le puede sentar de maravilla. Tiene que vérselo puesto. No diga nada hasta que se lo pruebe.
Dña. Patro cogió el vestido que le enseñaban y entró en el probador; primero se quitó la blusa un poco sudada -¡como le molestaba esa humedad que siempre le acompañaba debajo de las axilas cuando iba de compras!-, luego la falda. Con un poco de esfuerzo intentó meterse en el vestido de terciopelo rojo que le habían ofrecido,por fin entró en él. Empezó a subirse la cremallera hasta que logró cerrársela. Se encontraba muy incómoda. El vestido le apretaba y se iba ciñendo más y más a su cintura, era como si los tentáculos de un pulpo la abrazaran dejándola sin respiración. Intentó quitárselo pero era imposible, la cremallera se había atascado. Llamó a la encargada de la tienda pero nadie la oía, se empezó a marear y a asfixiarse, hasta que la falta de aire fue la causante de que perdiera el conocimiento.
El golpe que Dña. Patro se dio en el suelo, hizo que entrasen enseguida a socorrerla. Rápidamente le bajaron la cremallera y una corriente de aire fresco empezó a entrar en sus pulmones.
-¿Se encuentra usted bien? le preguntaron las dos mujeres que en ese momento estaban en la tienda.
-¡Ay, sí, qué alivio! Ya se me está pasando. ¡Qué susto me he llevado! Creí que me moría.
La dueña la ayudó a vestirse y, Dña. Patro recogiendo su bolso que también había ido a parar al suelo, salió de la tienda disparada con el susto todavía en el cuerpo.
La señora rubia y elegante vestida de negro –un poco molesta- habló con su dependienta:
-Mis creaciones son así, no sé porqué no leen bien el rótulo de la entrada, lo pone bien claro:
“ Modas Ana, vestidos inteligentes, para gente elegante”.
El dibujo lo he tomado prestado una página de "Dibujos de señoras gordas" de internet.