Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

lunes, 19 de julio de 2021

Las aventuras veraniegas del pulpo Pepito. Para todas las edades.




 


El pulpo Pepito, autor Guille.

Las aventuras veraniegas del pulpo Pepito.

 

 

 

            Pepito, el pulpo, está preparando una preciosa maleta toda forrada de conchas y  caracolas. Se va  de vacaciones por primera vez en su vida. Él vive en el fondo del mar,  pero quiere cambiar de ambiente como todo el mundo. ¡Por fin, ha llegado el verano!

 Elige una bonita costa del mediterráneo para pasar el mes de agosto, concretamente una playa de arenas doradas que le conquistan por su belleza.  Entre la arena hay  rocas llenas de cuevas  donde esconderse, algas, anémonas y esponjas, tan bonitas y llenas de colores, que decide quedarse allí durante un tiempo.

—Aquí pasaré mis vacaciones. Este sitio me gusta, parece tranquilo.

 Pepito, el pulpo, está tan cansado que estira sus ocho tentáculos llenos de ventosas y se pasa un rato  tomando el sol bajo las aguas cristalinas.

Busca una gruta protegida por  anémonas y algas. Los habitantes de la zona son peces muy amables y pacíficos que  lo reciben con las aletas abiertas.

—Nos alegra mucho conocerte, Pepito —le dicen unos boquerones que  nadan con movimientos muy elegantes delante de él, presumiendo de sus reflejos plateados.

Una preciosa estrella de mar de color anaranjado se acerca avanzando por la arena con  unos movimientos tan sugerentes que parece que está bailando. 

—Nunca  había venido un pulpo de vacaciones por estas rocas, ¡ya iba siendo hora de tener otros vecinos! —exclama muy contenta.

—Los que vivimos  aquí estamos hartos de ver siempre las mismas caras  —comenta un erizo de púas negras y brillantes, mirando a doña Elisa, la estrella, con cara de aburrimiento.


Se acerca, moviéndose con elegancia, un caballito de mar al que todos saludan cariñosamente.

—¿Qué tal Carmelo?

Carmelo enseguida ve al pulpo y empiezan a charlar como si fueran amigos de toda la vida.

Mientras están hablando, aparece por allí Vicente, el cangrejo. Va muy rápido moviendo sus patas muy ligero, parece que tiene mucha prisa.

—¡Hola a todos! —dice efusivamente—. Siento deciros que no me puedo entretener, necesito llegar a mi casa cuanto antes.

—Espera un momento, que te vamos a presentar a don Pepito. Acaba de llegar de vacaciones.

Don Pepito saca uno de sus tentáculos para saludar al recién llegado y  estrechar una de las pinzas de  Vicente con mucha alegría, pero  las ventosas del pulpo se le pegan a las patas del cangrejo. ¡Madre mía!  Qué jaleo se han hecho, los ocho brazos del pulpo  enredados entre las patas del cangrejo. Vicente se ha llevado un gran susto. ¡Por fin consiguen separarse!

—Siento haberle asustado —dice disculpándose el pulpo—. No soy muy habilidoso con mis tentáculos.

—¡Menudo susto me ha dado, don Pepito! Por aquí hay algunos individuos que no son de fiar. Por un momento pensé que quería comerme —le dice el cangrejo mientras se aleja  corriendo.

Todos se han quedado un poco sorprendidos ante lo ocurrido.

Doña Elisa, la estrella piensa que hay que organizarle una fiesta de bienvenida al nuevo vecino.

—¿Qué os parece si esta noche celebramos un baile para conocernos un poco? Le diremos  al calamar que venga. Él toca muy bien las maracas.

—Pues yo con las conchas vacías de las caracolas toco la batería —añade Pepito.

—¡Ah! ¿Sí? —exclaman todos.

 —Sí y, además, sé tocar la caracola.

La estrellita le mira muy ilusionada. ¡Con lo que a ella le gusta bailar!

—Le diré a la morena que te consiga una concha vacía de caracola. A ella también le gusta mucho la fiesta y…

Todos están charlando tranquilamente, cuando de repente ven reflejadas en el agua las sombras de dos niños.

            —¡Socorro, sálvese quien pueda! Ya están aquí los pescadores de todos los días. Escóndete Pepito, rápido.

            A Pepito no le ha dado tiempo a meterse en la cueva y nota como una mano lo coge y lo sujeta; él suelta la tinta azul para escabullirse, pero ya es tarde. Los niños lo sacan del agua y lo meten en un cubo.

            —¡Un pulpo! ¡Hemos cogido un pulpo!

  Pepito oye gritar a Guille y a Pablo como locos. Cree que ha llegado su hora.

—¡Mira que   venir a esta playa para terminar en una cazuela! Con lo a gusto que estaba en el fondo del mar —piensa aterrorizado.

—Vamos a enseñárselo a mamá —dicen los chicos.

Los niños llevan el cubo con Pepito, muy asustado. El pulpo mira hacia el cielo y solo ve un montón de caras que le observan con asombro.

Después de estar enseñándolo a todos los bañistas, escucha una voz:

—Bueno chicos, ya va siendo hora de que lo echéis otra vez al mar. Ya sabéis que los pulpos están protegidos —dice la madre de los pequeños.

Ellos se meten en el agua y con mucho cuidado vuelcan el cubo para que Pepito salga sin hacerse daño.

—Después de este susto, necesitaré dos o tres días para reponerme. Además, venir de tan lejos me ha dejado agotado.

Por fin Pepito puede descansar, acurrucado en su cueva se duerme plácidamente.

Pero por la noche, a la entrada de su cueva están todos sus amigos llamándole, con gana de juerga. No le dejan descansar todo lo que él quisiera.

Se han acercado a la gruta todos sus vecinos: Vicente, el cangrejo, Elisa,  la estrella, Carmelo el caballito, Casimiro, el erizo  y una morena larga, larga que le asusta hasta a él.

Autores Guille y Pablo, los pescadores de pulpos.

—No tengas miedo, está es Catalina —dice la estrella—. Te ha conseguido una concha de caracola para que hagas música.

Enseguida llega el calamar y le acompaña. Los dos  tocan la batería  sobre caracolas vacías y la cosa se empieza a animar. Unas almejas se agregan al grupo y tocan las castañuelas.

 El caballito de mar con otros amigos empieza a ejecutar una danza uniendo sus colas. Llegan los boquerones, las medusas, y otros peces de muchos colores; todos bailan al compás haciendo una coreografía tan linda, que ya la quisieran en los campeonatos  del mundo en natación sincronizada.

Todos cantan una canción que está muy de moda entre los cuarenta principales de los fondos marinos, se llama: Bajo el mar. 

Bajo del mar, bajo del mar

 Nadie nos fríe ni nos cocinan en una sartén

Si no te quieres arriesgar bajo del mar te quedarás.

Y sin problemas entre burbujas tu vivirás, Bajo del mar!!!!

 

Se lo están pasando pipa pero ha llegado don Mero, el policía acuático  de la zona a poner orden.

—¡Ya es hora de acostarse! Las sardinas y las pescadillas se están quejando, mañana tienen que salir para realizar un largo viaje.

¡Ooooh! Tienen que terminar la fiesta y  marcharse. Todos se despiden hasta el día siguiente.

El pulpo Pepito piensa que en sus primeras vacaciones se lo va a pasar pipa.

Cuando sale el sol se asoma a la gruta y allí  le están esperando, Elisa, la estrella y  los demás vecinos.

—¿Qué tal has dormido? —le preguntan—. Perdona, pero ayer, con el lío de la fiesta no pudimos avisarte de que en esta playa hay muchos niños que  se entretienen pescando. ¡No puedes estar distraído ni un segundo! Ya lo sabes —le advierte su vecina—. A la única que no molestan es a Catalina, la morena, porque tiene unos dientes tan grandes que les asusta enseguida.

De repente alguien dice de nuevo.

EL VERDADERO PULPO PEPITO.

—¡Atención! ¡A los escondites! Ya están aquí otra vez los pescadores.

Pepito ve que en un momento desaparecen todos sus amigos y él vuelve a quedarse solo. No le da tiempo a meterse en la cueva.

“Las mismas sombras de ayer y la misma mano. Esta vez voy a defenderme, no me van a coger tan fácilmente” —piensa.

Pepito extiende sus tentáculos: con dos de ellos se agarra a la roca  y con el resto empieza a presionar con sus ventosas en los dedos y en el brazo de Guille, pero este lo sujeta con la otra mano y… ¡otra vez al cubo!

—¡Otro pulpo! ¡Otro pulpo! Ya llevo dos este año —vuelve a gritar.

—Pero… ¡este niño es tonto! ¿Es que no se da cuenta de que soy el mismo de ayer?

El pulpo ya no está tan asustado como la primera vez, pero no está dispuesto a seguirles el juego a los chicos. ¡Como sigan así, le van a dar las vacaciones!

—Seguro que mientras esté por aquí,  voy a tener que aguantar lo mismo todos los días. Si esto se vuelve a repetir, hago la maleta y me largo.

Después del segundo susto, don Pepito no tiene ganas de muchas juergas y aunque van a buscarle las medusas, los boquerones y otros habitantes marinos, él prefiere quedarse tranquilo en su escondite.

De pronto, ve de nuevo sombras alrededor de su cueva.

—Tienen que estar por aquí, parece que este año hay muchos pulpos.

—No me lo puedo creer. ¡Otra vez dando la lata! —exclama Pepito.

—¡Aquí, aquí hay otro! —grita una voz bastante conocida por nuestro amigo. Mamá, he visto otro pulpo. ¡Tres llevo este año!

—¡Queréis dejar en paz a los pulpos! —les ordena su madre—. Ya está bien. ¡Pobrecillos!

Los niños se salen del agua enfadados, pero Pepito ya no aguanta más sustos. Lo tiene decidido, allí no va a poder descansar, así que decide volver a casa.

Ya ha hecho la maleta de conchas y caracolas y se despide de todos los que le habían acogido tan amablemente, les da su dirección por si algún día quieren ir a visitarle. Todos se quedan muy tristes y le dicen adiós moviendo unas algas muy largas a modo de pañuelos. Doña Elisa, la estrella es la que está más apenada, ya tenía  preparada otra concha de caracola vacía para la próxima fiesta.

             A la mañana siguiente, los pescadores no encuentran ningún pulpo más, se les ha acabado la buena racha. Ahora se tendrán que contentar con jugar a la pelota, que también es muy divertido.

A mis nietos Guille y Pablo, pescadores de pulpos.

La letra de la canción es parte de la banda sonora de la película La Sirenita.



Gonzalo, un niño de cinco años, ha dibujado a su primo Jorge y a Guille y Pablo cuando pescaron al pulpo Pepito.
¿A que está muy gracioso el dibujo?










10 comentarios:

Anónimo dijo...

Un cuento muy bonito. Mis hijos son los pescadores del pobre pulpo. Les ha encantado. Gracias por esta historia mamá.

Conchita dijo...

Mayca,ellos han sido los que me lo han inspirado pero, la verdad, es que cogen muchos pulpos e igual que los cogen los sueltan.Saben respetar los fondos marinos.Me alegro de que te guste.
un abrazo.

Elizabeth Segoviano dijo...

hay Conchi que belleza!!!!! me ha encantado todo los dibujos la historia tan graciosae interesante el top 40 del fondo del mar MARAVILLOSO!!!

Conchita dijo...

Gracias por entrar a leerme y dejar un comentario. Últimamente, la gente está un poco perezosa.Un beso.
El top 40 es de la pelicula La sirenita. Lo indicaré no vaya a ser que piensen que quiero plagiarlo.

Marisa Alonso Santamaría dijo...

Bonita historia marina Conchita, ha sido un gusto leerte como siempre.Felicidades por este nuevo cuento y por las ilustraciones.
Un beso muy fuerte para ti y con achuchón para los peques.

Conchita dijo...

Me elegro de que te haya gustado.Este año han llegado a sacar 19 pulpos pero siempre los devuelven al mar, enseguida.Un abrazo.

El Gato Trotero dijo...

Un cuento precioso, Conchita! por fin una lectura que te recuerda los cuentos de siempre sin dejar de lado a los niños de hoy. Creo que todas las que nos dedicamos a la enseñanza con niños pequeños, acabamos atrapadas en su mundo y sintiéndonos un niño más.

Un abrazo muy fuerte, del Gato Trotero.

Yolanda T. Villar

Conchita dijo...

Yolanda, me encanta que hayas entrado en mi blog y que te hayas hecho seguidora. Estaba estancada en el nº 149 y por fín ha llegado el 150.Ahí tienes muchos cuentos que quizá te sirvan para algunas actividades y también poesías, aunque menos.
Ya te diré como me ha ido mi visita a Cuenca en octubre.
Un abrazo.

23 de septiembre de 2014,

Mi nombre es Mucha dijo...

No se que decirte
te3 dejo abrazos desde el mar del caribe

Conchita dijo...

Mucha, me da mucha alegría que desde tan lejos me hayas leído.
Sigue pasándote por aquí cuando quieras. Un abrazo muy fuerte.

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