Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

martes, 21 de mayo de 2013

Una clienta incómoda. Educación secundaria.

La tienda de modas que le habían recomendado estaba situada en el primer piso de un edificio muy moderno en la zona centro de la ciudad. A Dña. Patro le hubiese gustado más que se encontrase en una planta baja; cuando tenía que subir al primer piso le daba apuro llamar al ascensor, prefería ir por las escaleras, no porque no se cansase no, sino por el qué dirían. Sus kilos de más le pesaban bastante. Hizo una parada en el rellano y cuando consiguió coger aire terminó el tramo de escaleras que le faltaba para  llegar. Quería un traje de madrina y, en ese lugar, podía encontrar lo que ella necesitaba. Un letrero fluorescente señalaba que estaba en el sitio adecuado: “Modas Ana, vestidos inteligentes para gente elegante”. Las letras parpadeaban intermitentemente avisando de los trajes que podían encontrar y de quiénes los podían vestir. Cuando se recuperó del impacto que le había producido el anuncio, llamó al timbre y esperó jadeante a que abriesen la puerta mientras su corazón se iba calmando según pasaban los segundos.
Una señora  rubia, elegantemente  vestida  toda de negro, salió a recibirla:
-Buenas tardes, ¿qué desea? -dijo mirándola con cara de extrañeza al darse cuenta de que esa señora, precisamente, no era del tipo de las que se vestían en su tienda.
-Buenas tardes. Verá, necesito un vestido para una boda. Voy a ser la madrina y me han dicho que ustedes tienen los mejores de la ciudad.
La señora rubia la volvió a mirar de abajo a arriba. Paseó  despacio sus ojos por los tobillos hinchados y  las pantorrillas rechonchas de la clienta y siguió por los michelines de la cintura y su abundante pecho.
-Pase, pero…, no sé si aquí habrá algo que pueda servirle. Vaya mirando entre los vestidos que hay expuestos –le indicó señalando unos percheros- y cuando encuentre algo que le guste, veremos si tenemos su talla – dijo de una manera algo despectiva, como si quisiera perdonarle la vida por el atrevimiento de  querer vestirse en su local.
Dña. Patro fue repasando las perchas: gasas, terciopelos, sedas adamascadas, muarés… Por fin pareció decidirse por uno de ellos,lo señaló para  que la señora rubia y elegante que la había recibido, le buscase su talla:
-Me gusta este. Creo que me hará más delgada.
-Pues lo siento, ese modelo es el único que nos queda, y es una treinta y ocho- dijo regodeándose con una sonrisa que no tenía nada de agradable-, pero aquí hay uno que le puede sentar de maravilla. Tiene que vérselo puesto. No diga nada hasta que se lo pruebe.
Dña. Patro cogió el vestido que le enseñaban y entró en el probador; primero se quitó la blusa un poco sudada -¡como le molestaba esa humedad que siempre le acompañaba debajo de las axilas cuando iba de compras!-, luego la falda. Con un poco de esfuerzo intentó meterse en el vestido de terciopelo rojo que le habían ofrecido,por fin entró en él. Empezó a subirse la cremallera hasta que logró cerrársela. Se encontraba muy incómoda. El vestido le apretaba y se iba ciñendo más y más a su cintura, era como  si los tentáculos de un pulpo la abrazaran dejándola sin respiración. Intentó quitárselo pero era imposible, la cremallera se había atascado.  Llamó a la encargada de la tienda pero nadie la oía, se empezó a marear y   a asfixiarse, hasta que la falta de aire  fue la causante de que perdiera el conocimiento.
El golpe que Dña. Patro se dio en el suelo, hizo que entrasen enseguida a socorrerla. Rápidamente le bajaron la cremallera y una corriente de aire fresco empezó a entrar en sus pulmones.
-¿Se encuentra usted bien? le preguntaron las dos mujeres que en ese momento estaban en la tienda.
-¡Ay, sí, qué alivio! Ya se me está pasando. ¡Qué susto me he llevado! Creí que me moría.
La dueña la ayudó a vestirse y, Dña. Patro recogiendo su bolso que también había ido a parar al suelo, salió de la tienda disparada con el susto todavía en el cuerpo.
La señora rubia y elegante vestida de negro –un poco molesta- habló con su dependienta:
-Mis creaciones son así, no sé porqué no leen bien el rótulo de la entrada, lo pone bien claro:
“ Modas Ana, vestidos inteligentes, para gente elegante”.

El dibujo lo he tomado  prestado una página de "Dibujos de señoras gordas" de internet.

sábado, 4 de mayo de 2013

Visita al colegio Virgen de la Fuensanta con motivo del Día del Libro 2013.

El pasado 23 de abril mis antiguas compañeras de cole me invitaron a  visitarlas para que los niños y yo hablásemos sobre los cuentos. Como era el día de San Jorge, me recibieron con una rosa. Estaban celebrando la Semana Cultural y, con este motivo, cada niño o niña  había escrito un cuento, lo había encuadernado y estaban todos expuestos en la entrada del colegio. Daba gusto ver con qué primor habían elaborado sus primeras obras literarias.


En la biblioteca del cole

La charla fue en la biblioteca y me acompañaron varias profesoras. Salieron muchos temas, todos relacionados con los cuentos, por eso,  les expliqué que en mi blog los niños pueden encontrar muchos cuentos que voy subiendo de vez en cuando; les indiqué cómo pueden buscar los cuentos en él. También hablamos de la inspiración, ellos me contaron los temas sobre los que han escrito sus historias: sobre muñecas de porcelana, sobre la amistad, sobre naves espaciales… Una niña nos explicó que había hecho uno sobre  una Caperucita diferente. Así, con este motivo, hablamos de que, a veces, se pueden hacer variaciones sobre un tema por ejemplo el de Caperucita.
Da la casualidad de que yo tengo un cuento en mi blog llamado “Caperucita roja, pero menos” y estuvimos leyéndolo. Les gustó mucho porque es muy gracioso. Les conté que el dibujo del cuento lo había hecho mi nieto.  Pasamos un rato estupendo. A casi todos los niños les gusta mucho leer, pero había  dos o tres  que dijeron que les aburría. Yo les aconsejé lo siguiente:

-Si te aburres al leer un libro, déjalo y busca otro; hay muchos libros para que te empeñes en leer uno que no te gusta; seguro que encuentras alguno que te enganchará y, entonces empezarás a amar los libros y la lectura.



Después les firmé para la biblioteca del colegio algunos libros  de “Tango, el perro pastor” y hablamos de mi nuevo libro “Paloma y el corzo blanco”.

Se portaron estupendamente. Volveré cuando ellos quieran.

Os pongo el enlace de" Caperucita roja pero menos" por si queréis leerlo.
http://laabuelaatomica.blogspot.com.es/2012/04/caperucita-roja-pero-menos-2-y-3er.html