Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

viernes, 27 de mayo de 2022

Guille y Pablo. Pablo se queda sin cumpleaños.

 






Pablo se queda sin cumpleaños

Son la ocho de la mañana y ha sonado el teléfono en casa de los abuelos de Guille y Pablo. Es la mamá de los niños que llama preocupada porque Pablo ha amanecido malito. Bueno en realidad ha pasado toda la noche vomitando.

—¿Mamá, puedo dejarlo contigo? Tengo que trabajar y no sé qué hacer. Tenemos que llevarlo al médico ¿Puedes hacerlo tú?

La abuela de Pablo le dice que sí, que lo lleven a su casa   y que luego ella lo acercará a la doctora.

Pablo llega casi sin fuerzas, no ha desayunado y tampoco ha podido dormir. Viene llorando:

—¿Qué te pasa cielo? Ya verás cómo la doctora te manda una medicina que te cura muy rápido.

El niño sigue llorando.

—Sí, pero… ¿Y mi cumpleaños? es esta tarde.

De repente la abuela se acuerda. ¡Es verdad! Esa tarde tenían la fiesta del cumpleaños y no lo va a poder celebrar. Pablito no tiene consuelo. Sabe que hay muchos niños de su clase que esperan con ilusión la salida del colegio para ir a una sala de bolas donde lo van a celebrar.

—Mira, Pablo, no te preocupes; a lo mejor para esta tarde ya estás bien. Vamos a ver lo que te dice la doctora.

Se ha tumbado en el sofá y le han puesto los dibujos de la Pantera Rosa. Pasado un rato, la abuela entra a buscarlo.

—Venga, ya es la hora del médico. Vámonos a ver lo que te dice.

La abuela le abriga muy bien porque hace frio. Él está muy pálido y algo mareado. Además, le duele un poco la cabeza. En la consulta han tenido suerte porque no han tenido que esperar.

—A ver Pablo ¿qué te pasa?

—Pues, es que esta noche he gomitado y no podía dormir porque me dolía la cabeza.

La doctora le pone la mano en la cara y le dice:

—Tú tienes fiebre. Vamos a comprobarlo. Le coloca un termómetro digital  en la frente y lo confirma.

—Efectivamente 37’8. Tienes que estar en casa tranquilito. Nada de salir a la calle que hace mucho frío —dirigiéndose a su abuela le dice—, debe tomar mucho suero y hoy que esté a dieta. Solo alguna galleta o un poco de pan tostado. Que beba mucha agua.

—¿Y mi cumpleaños? ¿Puedo ir esta tarde a celebrarlo?

—Me temo que no, no vas a tener fuerzas, además debes reposar.

Pablo se calla pero no lo puede remediar, nada más oírla, empiezan a caerle unas lágrimas gordísimas que le mojan toda la chaqueta. Mientras sale, la abuela intenta convencerle.

—Te voy a contar lo que le pasó a tu tío José Miguel un día cuando era un poco mayor que tú.

Pablo se seca los ojos y escucha atentamente

—Toda la clase se iba a esquiar a la nieve de viaje de fin de curso, y él estaba muy contento. Tenía todo el equipaje preparado para salir por la mañana muy temprano. Él iba todos los día a natación, y esa tarde hizo lo mismo de siempre, pero, mira por dónde, un listillo, en los vestuarios,  le robo los deportivos y él se tuvo que volver a casa con las sandalias de goma puestas. Como era invierno llevaba los pies húmedos y  se resbaló y se cayó al suelo, rompiéndose el tobillo.

—¿Y no pudo ir de viaje, abuela? —preguntó el niño con cara de pena.

—Pues no, le tuvimos que llevar al hospital y  le pusieron una escayola. Tuvo que estar un mes sin poder moverse.

—Sí, pero todos mis amigos me están esperando esta tarde —dijo Pablo volviendo a acordarse de su cumpleaños.

—No te preocupes, que tu mamá les va a avisar  y lo celebrareis otro día.

—Abuela, ¿y el tío José Miguel pudo ir luego a la nieve?

—Después ha ido varias veces, pero, ese día, se fueron todos sus compañeros menos él, que  se quedó con muchísima pena en casa, sabiendo que por culpa de otro chico, se le habían estropeado sus sueños. Así es la vida Pablo, hay veces que las cosas no salen como queremos.

 Pablo parece que se convence, pero, de repente, se vuelve hacia su abuela y le dice:

—Abuela, entonces ¿me vas a comprar cromos? —le pregunta poniendo   cara de pena.

—¡Hay que ver!, como me lo pides así, es difícil decirte que no. Vale, luego te compraré dos sobres.

—No, cuatro —replica el niño

—Tres, le regatea la abuela.

Pablo se ha convencido, hoy no tendrá su fiesta de cumpleaños, pero sabe que dentro de unos días su mamá se la celebrará; la verdad es que en el fondo es un niño con suerte.