El niño mágico
Pablo
está sentado viendo la televisión. A él no le gusta que le besen ni que le
achuchen. Siempre que llegan sus abuelos, para no tener que darles un beso, se
busca unas excusas muy raras y se esconde donde pilla: detrás del sillón,
debajo de la mesa de la cocina, en el lavadero o se queda tumbado en el sofá
y se tapa con alguna manta. Guille, que es mas mayor, sale a recibirles y
les da a los dos un beso y un abrazo muy fuerte.
—Hola
Guille, ¿Estás solo? —le preguntan sus abuelos guiñándole un ojo
—Pues
sí, Pablo se ha ido.
—No
estoy, soy invisible, hoy soy un niño
mágico, así que no me busquéis porque no
me podéis ver —dice una vocecita que sale de algún rincón de la casa.
Los
abuelos le siguen el juego y empiezan a buscarle por la cocina.
—¿Estás
debajo de la mesa? A lo mejor está en un armario.
—Creo
que es verdad que se ha ido de casa.
Guille
está cansado de que todos los días haga lo mismo.
—Está
en el sofá, tapado con una manta —susurra
al oído de la abuela, un poco fastidiado.
. —Nos
vamos a sentar a descansar un poco —dicen los abuelos y, con cuidado para no
hacerle daño, se sientan en el sofá encima de él; Pablo empieza a chillar porque le han
descubierto.
—¡Anda!,
pero si estás aquí, venga danos un beso que ya te hemos pillado –le piden.
—A ver :
Pito pito gorgorito
¿Dónde vas tú tan bonito?
A la era verdadera
Pin pan pun fuera
—Hoy no toca beso —dice Pablo.
—Pues entonces, hoy, tampoco
toca cuento –le contesta la abuela.
A Pablo le gustan mucho los
cuentos, así que se decide a darles un beso; les da uno a cada uno, pero
tan pequeño que casi no se nota.
—Venga, abuela que ya te lo he
dado, cuéntame un cuento.
— Bueno, vale: Erase una vez una ranita amarilla que vivía en una charca en
medio de un bosque...
—Abuela, las ranas no son
amarillas, son verdes —le interrumpe Pablo.
—Pablo, hay ranas de muchos colores
—¿Pero aquí, en este planeta?
La abuela se ríe:
—Sí es este planeta. ¿Quieres
verlas en internet?
—Sí, sí, vamos a verlas.
La abuela, Guille y Pablo se
meten en internet y ven la gran cantidad de ranas de colores que hay por el mundo: naranjas, a rayas,
amarillas y negras, rosas y negras a rayas, verdes con lunares negros, cabeza
naranja y patas azules.
—¡Qué bonitas! abuela. Venga sigue con el cuento.
La abuela mira el reloj y ve que se ha hecho muy
tarde; los niños tienen que cenar e irse pronto a la cama
—Lo siento, pero ya no es hora de seguir con el
cuento, mañana cuando vuelva os lo seguiré contando siempre que estés dispuesto
a darnos un beso al abuelo y a mí.
—Pues no sé, a lo mejor, mañana también soy mágico.
—Este niño no
tiene arreglo —comentan riéndose sus abuelos mientras Guille se despide de ellos con un beso y un abrazo muy fuerte.
—¡Hay que ver que diferentes son estos chicos! No
parecen hermanos.
—No te preocupes mujer, cuando se haga mayor ya se
le quitará esa manía.
3 comentarios:
Conchita, tus relatos son siempre cálidos y encantadores, llenos de una magia especial que sólo tu sabes esparcir ...¡COMO DISFRUTO TUS CUENTOS!!!!!!!! un besote linda :* xoxo, eliz
No sé porque, pero este niño me suena mucho!! Yo creo que si el beso es pequeño le debes contar cuentos pequeños, y así en adelante. Ya verás como con el tiempo te da besos grandísimos, para poder disfrutar de tus grandiosos cuentos!!
Besos.
Muchas gracias a los dos por ser fieles seguidores. Me encanta que me leáis. Un abrazo.
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