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¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

viernes, 1 de junio de 2012

Guille y Pablo: El dragón de papiroflexia.2º y 3er. ciclo

Dragon de papel: Estos son los trabajos del Origamista Profesional Satoshi ...
gruaboy.blogsome.com

Guille  llevaba unos días haciendo aviones de papel y aunque le salían muy bien, su ilusión era hacer  otro tipo de figuras más divertidas.
-Abuela, mi madre dice que tú  hacías animales de papiroflexia cuando eras joven.
- Sí, tiene razón,  pero ahora  ya no me acuerdo, solo podría  hacer el gorro  de soldadito y el barco-, contestó la abuela sabiendo que le iba a causar una decepción a su nieto.
  Efectivamente, Guille se llevó una desilusión, y al ver que nadie le ayudaba,  empezó a probar él solo. Como era muy habilidoso, hizo una figura que se parecía bastante a un periquito.
-¡He hecho un periquito, he hecho un periquito!-, gritó  mientras iba por el pasillo corriendo hasta donde estaban sus padres y  sus abuelos charlando.
La verdad es que la figura se parecía bastante a un pájaro, pero le faltaba algo de gracia. La abuela  pensó que su nieto necesitaba alguna ayuda, por ejemplo, un libro que le explicase cómo  hacer los animales que tanto deseaba. Al día siguiente se presentó en casa con ”El arte de la papiroflexia”. Cuando Guille  lo vio, se le iluminó la cara.
-Gracias abuela, gracias, ¡qué buena idea! Ahora aprenderé  a hacer todo lo que me gusta. Salió disparado al despacho de su padre y de allí cogió un paquete de folios  y desapareció. Al cabo de un rato entró  muy contento:
- Mirad,  he hecho una grulla y un pingüino. 
- Muy bien-, dijeron todos-. Mañana llévaselos a tu profesor para que los vea.
Al día siguiente, Guille  vino del colegio con muchos encargos; tenía que hacerles  a sus amigos un montón de animales.
-Mamá, cuando aprenda bien, empezaré con los animales de la prehistoria que son más difíciles...
La mamá de Guille le aconsejó:
-Debes  practicar con papeles de revistas y con trozos de papel regalo o de periódicos  para no gastar folios  blancos innecesariamente  y para que los animales  te queden más divertidos.
-Llevas razón mamá, cogeré del cuarto de estar las revistas y unos restos de papel charol que tengo de las manualidades del cole.
Guille se pasó toda la tarde trabajando con los papeles y pudo sacar un pez precioso y  una tortuga de color verde pero, después, hizo una rana, un  pingüino y, cuando los terminó, empezó a plegar y a plegar un trozo de papel charol rojo  que tenía en la mano hasta que se quedó satisfecho.
-¡Tatatachan!  Acabo de hacer un dragón;  este me lo he inventado, no me he fijado del libro. Mirad que colmillos tiene, y echa fuego por la boca.
Pablo que era más pequeño y algo miedoso se lo quedó mirando fijamente y dijo:
-Guille, no me gusta, me da un poco de miedo.
-Pero qué tonto ¿es que te va a hacer algo un dragón de papel? Eres un miedica.
Al oír a su hermano mayor, el niño puso a llorar.
-¿Qué pasa, chicos?-, preguntó su padre cuando oyó llorar a Pablo.
-Guille me está asustando con ese dragón que ha hecho. Dice que echa fuego por la boca. Yo no quiero que lo suba a la habitación porque luego voy a soñar con él.
-Pero Pablo, si es solo papel y, tú, Guille, no le metas miedo a tu hermano que luego  por la noche no pegamos ojo ni tu madre ni yo.
-Vale…-, añadió Guille de mala gana-.Siempre hay que hacer lo que el niño quiere-, refunfuñó.
Después de cenar y antes de acostarse, los dos hermanos recogieron todos los trozos  de papel que había por el suelo y, a continuación,  se subieron al dormitorio. Guille se metió el dragón en el bolsillo y cuando Pablo estaba distraído lo guardó en el cajón de su mesa.
-Buenas noches Pablo, que duermas bien.
 A Pablo  no le dio tiempo a contestar, nada más caer en la cama se quedó roque. Guille tardó un  poco más pero, en seguida, se quedó dormido también. La casa estaba totalmente en silencio, solo se oía un reloj de pared cuando marcaba las medias y las horas; fuera, la luna  brillaba e iluminaba la habitación sin necesidad de tener ninguna lámpara encendida.  Las campanadas  del reloj empezaron a sonar: las diez,…..las once,…., las doce. A las doce de la noche  en punto, algo muy extraño sucedió en la habitación de los niños: toda la mesa empezó a  moverse como si un terremoto la estuviese sacudiendo y, del cajón en donde estaba metido el dragón de papel salían unos rugidos   aterradores  y un resplandor con un  fuerte olor a quemado que despertó a los dos hermanos.
-¿Qué pasa Guille? Tengo miedo.
Guille estaba paralizado ante lo que estaba sucediendo, no se lo podía explicar, aunque tenía una corazonada, pero no dijo nada a su hermano. Los temblores de la mesa y los rugidos no   paraban y el resplandor  que salía por las rendijas del cajón se convirtió en llamaradas  que empezaron a provocar un humo que los ahogaba. Cogió a Pablo y los dos salieron corriendo del dormitorio.
-Papá, mamá hay fuego en nuestra habitación.
Ante los gritos de los hermanos los padres se levantaron rápidamente y lograron apagar las llamas que ya habían chamuscado los cajones.
-¿Qué guardabas en el cajón?-, dijo su madre enfadada-. Seguro que  todavía tenías algunos  petardos de  la fiesta de cumpleaños. No me hacéis caso, os he dicho que no quiero que  los metáis  en casa. Ha podido ocurrir una desgracia esta noche; menos mal que estáis bien. Pues, ahora, os va a tocar dormir en la habitación de Pablo; en la vuestra no hay quien lo haga con el olor a humo.

 Pablo siempre dormía en el cuarto  de  su hermano mayor, así se sentía más protegido, pero esa noche los dos tuvieron que pasarse al suyo. Cuando todo se tranquilizó, Guille, muy despacio, fue hacia el dormitorio y con cuidado, porque todavía estaba caliente, abrió el cajón de su mesa. Todo lo que guardaba dentro se había quemado, todo, menos el dragón rojo: él estaba intacto.
-Tendrías que haberte quemado tú también; ya sabía yo que tenías la culpa de lo que ha pasado aquí.
Guille lo cogió y con cuidado lo fue desplegando hasta que el papel se quedo casi estirado, luego le pasó varias veces las manos por encima como si quisiera plancharlo y entonces  el papel volvió a su forma original, después, lo puso debajo de unos libros que pesaban mucho para que desapareciesen  totalmente los pliegues que le había hecho y se fue a dormir. A la mañana siguiente, cuando los niños estaban en el colegio, entró la asistenta y empezó a limpiar el estropicio que el incendio había provocado; intentando ordenarlo todo,  encontró el papel bajo los libros; Maria pensó que había sido cosa de Pablo.
-¡Madre mía!  Como Guille vea que le han deshecho una de sus figuras se va a armar; menos mal que todavía se notan los dobleces.
María se sentó  y, con mucha paciencia, empezó a doblar el papel por los pliegues que todavía estaban marcados hasta que consiguió devolverle otra vez su forma anterior.
-Vaya, si era un dragón-, dijo cuando lo vio terminado-.Espero que Guille no se haya dado cuenta de que su hermano se lo había deshecho.
Y mirándolo orgullosa, con mucho cuidado, lo colocó en el último cajón  de la mesa; era lo único que se había salvado del fuego.
El dibujo, aunque no lleva firma, es de Guille.

3 comentarios:

Elizabeth Segoviano dijo...

me ha encantado esta historia!!!!! lleva mucha magia! y la ilustración! válgame es una belleza ... y con lo que me gustan los dragones! quizá me atrevo a hacer uno también :) que lindo cuento!!!!!

Conchita dijo...

Si vieses a mi nieto como hace papiroflexia, entenderías porque se me ocurrió el cuento del dragón.

gemi dijo...

Precioso y lleno de misterio....les encantará. Un abrazo

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