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domingo, 3 de marzo de 2013

GUILLE Y PABLO. GUILLE Y LAS TORTUGAS MORAS . Educación infantil y 1º y 2º ciclo de primaria.




GUILLE Y PABLO

 GUILLE Y LAS TORTUGAS MORAS

 

Han pasado varios meses desde que están en su nueva casa y Guille  quiere tener sus tortugas. Todos los días le pregunta a su mamá que cuándo van a ir a recogerlas.

—Todavía no hemos preparado bien el terreno —les dice siempre su padre.

Un día, harto de  oírles protestar, se levanta temprano y arregla toda la zona en dónde van a vivir sus tortugas. Remueve la tierra para que esté blanda y cuando llegue el invierno se puedan esconder fácilmente, les construye una cueva, les pone una valla de madera para que no se salgan de su sitio. Además ha plantado muchas hierbas aromáticas: romero, tomillo, lavanda y aloe, y ha hecho unos agujeros en la tierra en donde ha puesto unos platos hondos con agua para que se puedan bañar.

—Papá, los niños de mi clase no se creen que a las tortugas de tierra les guste el agua. Me dicen que me he inventado eso de que se bañan —le comenta Guille un poco enfadado.

—No te preocupes, cuando las tengamos aquí, los traes  un día para que vean que es verdad lo que dices.

Guille se pone muy contento al oír a su padre, por fin van a ver que no miente. Como ya tienen el terreno preparado, una tarde van a casa de su abuela a recogerlas. Son cuatro hembras y dos machos que ya están muy grandes.

—Mamá, ¿cómo distingues a las hembras de los machos? —pregunta Guille.

   Las hembras tienen  un tamaño doble al del macho y la cola ancha y

corta;  los machos la tienen estrecha y larga —le responde.

Han llevado una caja grande para meterlas y su abuela se ha puesto un poco triste porque a ella le gustaba  mucho cuidarlas.

—No te preocupes abuela que, en cuanto críen, te traemos alguna para que te hagan compañía —le dice Guille para consolarla.

Ya las tienen en casa y van a ser Guille y Pablo los que se encarguen de alimentarlas. Les ponen lechuga, rúcula y canónigos, las verduras que  más les gustan. Una mañana cuando han ido a darles la comida han visto que una de ellas tiene dos bultos en los oídos y casi no puede mover la cabeza. Tampoco la puede meter dentro de la concha porque la tiene tan inflamada que no le cabe.

—Bonita se ha puesto enferma, vamos a separarla de las otras. La pondremos en una caja con tierra y comida y veremos qué pasa —les dice su madre un poco preocupada.

Bonita fue la primera cría de tortuga que nació en casa de su madre cuando ella todavía era soltera. Le costó mucho trabajo sacarla adelante, por eso la tienen mucho cariño. Como ven que han pasado dos días y la tortuguita no tiene ganas de comer, la mamá dice a los niños:

—Esta tarde, cuando vuelva de trabajar, la vamos a llevar a la veterinaria.

Por la tarde cogen a Bonita en su caja y van a la consulta.

La veterinaria mira a la tortuga, pero parece que no sabe mucho de las afecciones de estos animales.

—Lo siento,  pero no sé qué enfermedad puede tener vuestra tortuga. Tenéis que llevarla a la Facultad de Veterinaria, allí hay un departamento especializado en animales exóticos —les dice disculpándose al ver que no puede solucionarles el problema.

Piden hora como si fueran a ir al médico y el veterinario les dice al verla:

—L[i]a tortuga tiene una gran infección de oídos, sino la  operamos se morirá.

Bonita tiene cada vez más hinchada la cabeza, los niños no quieren que  se muera y empiezan a llorar cuando  le oyen. Al verlos así, su mamá le pregunta al veterinario  cuándo puede operarla:

—Puedo el viernes a las ocho de la mañana —le contesta—. Mientras cuídenla mucho. Que coma rúcula, canónigos y brócoli, porque son verduras que tienen mucho alimento.

Le han puesto toda la comida que les ha recomendado, pero la tortuga se encuentra mal y casi no come. Todos están muy preocupados. Cuando llega el día fijado, a las ocho en punto, Mayca y Guille están en la Facultad de Veterinaria para dejar a Bonita. Pablo no ha podido ir porque se ha resfriado y tiene mucha tos, así es que se ha quedado con sus abuelos.

 El profesor les tranquiliza y les dice que no se preocupen que todo va a salir bien; ellos se van más tranquilos. Por la tarde suben a por la enferma:

—Tenía una infección tan fuerte que si no la hubiésemos operado, se hubiera muerto sin remedio  —les dice el profesor.

Después de escuchar todas las recomendaciones para su cuidado, se la llevan  a casa. El veterinario les ha dicho que la bañen en una piscina pequeña porque ellas hacen caca en el agua.

—Todavía no tiene ganas de comer, le dolerá la mandíbula y por eso no quiere abrir la boca —dice Guille a Pablito.

Pasan los días y se la ve más contenta. Se baña y hace todas sus necesidades en el agua.  

—Eso es señal de que está comiendo, Bonita está fuera de peligro, la pondremos junto a sus hermanas —comenta Mayca, muy feliz  al verla  sana y salva.

Está entrando el otoño. Dentro de poco, el frio aparecerá y todas las tortugas hibernarán. Se esconderán entre la tierra y dejaremos de verlas durante todo el invierno  —le dice la mamá a Pablo.

—¿Y cómo comen si están enterradas? —pregunta Pablo.

—Durante este tiempo las tortugas están como dormidas y no necesitan comer. Eso les pasa a muchos animales, por ejemplo a los osos –-le explica Guille a su hermano.

—¿Al oso Yogui también?

—Sí, y a Bubu —añade Guille riéndose con la ocurrencia de su hermano Pablo.

 Guille ya lo sabe  porque es más mayor y ha visto que todos los años ocurre lo mismo con esos animales, pero Pablito no.  Ahora, como ya va a cumplir cuatro años su mamá empieza a explicarle algunas costumbres de los animales para que vaya aprendiendo  lo maravillosa que es la naturaleza que les rodea.




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2 comentarios:

Elizabeth Segoviano dijo...

uy, pobre tortuguita, menos mal que se ha puesto bien la pequeña, gracias por compartir tus historias Conchi, me encantan!! xoxo Eliz

Conchita dijo...

Gracias por estar siempre ahí.
Un abrazo, Eliz.

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