Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

martes, 1 de marzo de 2011

Puitas y sus amigos se mudan 1er y 2º ciclo







Puitas y sus amigos, se mudan

Un ruido infernal despertó a toda la urbanización, el huerto de naranjos, limoneros y palmeras que tenían delante se iba a convertir en un edificio de apartamentos de lujo para personas de la tercera edad.

Las excavadoras entraron arroyando toda la vegetación y arrancaron todo tipo de árboles sin ninguna piedad. Los limoneros y naranjos eran arrojados a un contenedor por las máquinas excavadoras, como si de basura se tratase. Los vecinos se habían reunido con el alcalde y este les había confirmado que la construcción era legal y que no había ningún motivo para detenerla.

Paloma enseguida pensó en los erizos. Ella los había visto muchas veces cuando paseaba a su perra, Duna, por el huerto. Algunas noches los encontraba   cuando intentaban cruzar la carretera. Inmediatamente, se hacían una pequeña bola de púas y esperaban a que pasaran los coches o a que ella desapareciera con el perro.

Puítas, el erizo, también se sobresaltó con el ruido y el temblor de la tierra. ¡Se sintió acorralado! No sabía qué hacer. Era de día y él solo salía por la noche. Se hizo una bola, como de costumbre, creyendo que así estaría más protegido y esperó. Esta vez tuvo suerte. Las excavadoras empezaron a mover la tierra de la zona sur del huerto. Todavía tenía esperanzas de  ponerse a salvo durante la noche.

Pensó en todos los  compañeros que vivían cerca de él. Los erizos, viven solos y solo se juntan en la época del celo, pero, a veces,  se encontraba a alguno paseando. Verdaderamente estaba muy preocupado por ellos.


La solución era alcanzar el monte; muchas noches había cruzado la carretera y había llegado hasta allí. Sin embargo, siempre se volvía a su madriguera, bien calentita y protegida por una gran capa de hojas secas. Además, en el huerto había más comida, muchos insectos, pequeñas lagartijas y algunos frutos que  caían de los árboles.

Paloma, en su casa, no dejaba de pensar en la suerte de  los erizos. Estaba acostumbrada a verlos con esos ojitos tan redondos y brillantes y ese hociquito alargado que les hacía tan graciosos. Pensó que la única solución que había era  capturar a la mayor parte de ellos antes de que las máquinas los aplastasen a todos. Habló con su hermano  y los dos prepararon un plan para llevar a cabo.

Hacía rato que no se escuchaba ningún ruido, y la tierra había dejado de temblar. Puitas se estiró y pensó que el peligro grande había pasado; era el momento de emprender la marcha hacía un lugar seguro en el monte.

En el cielo, una luna redonda le iluminaba el camino, pero este hecho representaba un peligro para él, podía ser visto por  los hombres y los perros.

Siempre que salía tenía que sortear muchos obstáculos y esa noche no sería diferente. Ya estaba acostumbrado al peligro.

Escuchó voces y los ladridos de un perro.


—“Ya empezamos” —pensó—. “Tengo que andarme con cuidado”.

En la obra habían contratado un guarda con un gran perro para disuadir a los ladrones. Eso a nuestro amigo le podía salir caro. Empezó a caminar pegado a la valla que esa misma mañana habían levantado alrededor del huerto. La sombra de esta lo protegía. El perro lo vio y echó a correr hacia él acercándose peligrosamente. Lo tenía tan cerca que las babas del chucho le mojaron el lomo. Pensó que había llegado su hora. Sacó fuerzas de donde pudo y, temblando, se acurrucó estirando   todas sus púas para disuadirle. Tenía las fauces del perro tan cerca que el aliento del animal le movía los   pelillos blancos de la cara. Sin embargo, se oyó un fuerte silbido.

—¡Vamos Braco, tenemos que hacer la ronda! —dijo el guarda con una voz atronadora. Braco, como un buen perro, hizo caso a su dueño y se apartó de Puitas.

 ¡Este no podía creerse   que todavía estuviera vivo! Decidió que era el momento de seguir la marcha. Él andaba despacio y si no se daba prisa enseguida amanecería, y llegarían los hombres, las máquinas y todos los sonidos aterradores que lo hacían temblar. Oyó algo parecido a un gruñido o maullido de un gato. Ese ruidito le era familiar; se volvió y comprobó que cinco   erizos más estaban intentando, como él, ponerse a salvo.

—Creíamos que no lo contabas. Menudo perrazo —le dijo el mayor de ellos.

—No lo he pasado bien, pero ahora hay que intentar salir de aquí lo antes posible.

Siguieron todos a Puitas en fila y por fin llegaron a la orilla de la carretera. Puitas miró a la derecha y a la izquierda y no se veía ningún coche.

—Es el momento de cruzar —dijo a sus amigos.

         La última parte de su viaje era una carretera muy ancha que   tenían que atravesar.  ¡Tardarían un rato!


Los faros de un coche iluminaron todo el asfalto. Los erizos se pararon en seco y se quedaron petrificados. Temblando se hicieron una bola y esperaron a que el coche pasara sin atropellarlos. El coche se fue acercando poco a poco hasta que   paró. Paloma y su hermano bajaron de él   con una gran cesta:

—Rápido Paloma, ponte los guantes.

En pocos segundos, cogieron a los erizos y con cuidado los metieron en una cesta de mimbre a la que le habían puesto en el fondo un cojín para que no se dañaran las patitas.

—José Miguel, vamos rápido a soltarlos en el monte —dijo Paloma.

Los dos hermanos anduvieron unos minutos con su preciada carga, hasta que llegaron al sitio adecuado. Allí depositaron con cuidado la cesta en el suelo y la abrieron para que los animalitos salieran. Se apartaron para que no los vieran. Al poco rato salió el primer erizo, luego fueron apareciendo tímidamente los demás. ¡Estaban salvados!


Los dos hermanos volvieron dos noches más y pudieron llevarse del huerto a toda la colonia de erizos que  vivían allí. Desde entonces, cuando paseaban por el monte, Paloma y José Miguel siempre se preguntaban en dónde estarían sus amigos. Ellos por su parte, estaban felices porque habían conseguido salvarlos.

 






3 comentarios:

María dijo...

Me ha gustado mucho este cuento y el papel de estos hermanitos. Seguro que tenían una madre muy especial.

Conchita dijo...

Por fin los niños del CEIP La Cañadica de Mazarrón me han ilustrado este cuento con sus dibujos, ¿a qué son muy bonitos?. Muchas gracias y un beso muy fuerte para todos.

Conchita dijo...

Siento no haberme dado cuenta de que en el blog que estaba al lado del cuento de Puitas, había una portada para adultos. Como podrá ver lo he eliminado para evitar escenas inadecuadas.
Gracias.

Publicar un comentario