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¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

viernes, 1 de junio de 2012

Guille y Pablo : El abuelo. Educación infantil, 1er. y 2º. ciclo

Aquí está el dibujo de Guille. Si conocieseis a sus protagonistas, veríais que están clavados. Guille es muy buen dibujante.


Las cosas de mi abuelo

El abuelo siempre dice:

—Lo que hago con mis nietos no pude hacerlo con mis hijos.

—¿Por qué dices eso, Pepe? —le preguntan los niños.

—Cuando mis hijos eran pequeños yo me marchaba a trabajar muy temprano y volvía a casa muy tarde, así que, a veces, al llegar solo me daba tiempo de darles las buenas noches y desearles felices sueños. ¡Ni siquiera podía verlos cuando salían en las actuaciones del colegio que hacían en Navidad o a final de curso!

—¿Y no jugabas con ellos nunca?

—Solo los fines de semana.

A Guille y a Pablo se les hace difícil comprender cómo su abuelo no jugaba con su mamá ni con sus tíos. Ahora sí tiene tiempo de jugar con ellos y también los recoge del colegio dos veces a la semana. Esos días se lo pasan muy bien.

Su abuelo es muy divertido y bromista. ¡Es un poco mago! Cuando quieren que les dé un euro, él les dice:

—Guille, Pablo, mirad donde tenéis uno  —y les saca una moneda de detrás de la oreja.

—Abuelo ¿cómo lo haces? —  le preguntan.

—Es muy fácil, ¡fijaos!

Vuelve a tocarles las orejas y otra vez más,  saca otro euro a cada uno. Ellos se ríen encantados.

También hace magia en el parking: Pepe mete un cartoncito y un billete y entonces aprieta un botón y salen muchas monedas.

Un día se las queda Guille y otro Pablo. Por eso siempre quieren que vaya él a recogerlos. ¡Son muy listos estos niños!

Pero lo que a Pablo le asombra más es cuando su abuelo se toma un yogurt, y al rato se le llenan los bolsillos de sobres con cromos de futbol. Por eso cuando va a ir a verlos, antes,  le llaman por teléfono y le dicen:-

—Abuelo, ¿te has tomado ya el yogurt? —así se aseguran de que al llegar tendrán nuevos cromos para el álbum.

Lo único que le enfada a Pepe es que Pablo no quiera darle la mano cuando va a recogerlos al colegio. Entonces, sí que se le pone muy mal genio.

—¡Si este niño no me da mano, no voy más a por é!  Recojo a Guille y él que se quede a comer en el comedor.

Se lo dice muy enfadado a su hija, porque a la hora de la comida hay mucho tráfico por la calle y le da miedo que eche a correr y le pase algo.  Los papás de Pablo le han hecho prometer que siempre va a obedecer a su abuelo cuando vaya a recogerlos al colegio.

 Después, cuando se montan en el coche de regreso a casa, él le dice a Guille:

—Guille, cuida de que tu hermano no se duerma.

Entonces Guille empieza a distraerle: cuentan coches amarillos, autobuses rojos, farolas..., pero Pablo es pequeño todavía y cuando se sienta, como está cansado, empieza a dar cabezadas y es muy difícil mantenerlo despierto. Entonces el abuelo para espabilarlo empieza a hacerle de rabiar:

—Pablo, me han dicho que tienes novia.

—¡Ay, abuelo!, ¡que no tengo novia! no ves que soy pequeño.

—Sí que tienes —le replica.

—¡Que te he dicho mil veces que no!

En el momento que sale el tema de las novias, Pablo se espabila y empieza a protestar. Pero el abuelo ya ha conseguido que se le pase el sueño.

Cuando los niños se quedan a comer en casa de los abuelos, al llegar, le dan un beso y un abrazo muy fuerte a su abuela que les tiene preparada la comida que a ellos más les gusta; a Guille los espaguetis carbonara y a Pablo las albóndigas, por eso un día elige la comida Guille y otro día Pablito.

 Después de comer llega la hora del dominó; su abuelo no la perdona por nada del mundo, le gusta irse al casino a jugar una partida con los amigos.

—¡Pablo ponte en la puerta, que no se vaya! —dice Guille a Pablo. Los dos niños se colocan con los brazos y las piernas abiertas delante de él para no dejarlo pasar, pero al final les convence de que tiene que irse.

—Bueno, pero antes sácanos dibujos del ordenador.

 Entonces les imprime unos cuantos dibujos para que los coloreen, Guille elige láminas de Gormitis y Pablo de Doraimon. Por fin le dejan que se marche a echar la partida, los niños le dan un beso y se quedan con su abuela coloreando los dibujos hasta que viene su madre a por ellos.

Después, todas las noches, alrededor de las ocho, los abuelos van a hacerles una visita corta a su casa para desearles las buenas noches: es la hora de los penaltis:

—Abuelo, tírame unos cuantos penaltis antes de que te vayas

—Vale Guille, pero solo unos pocos.

Entonces, con una pelota de tela para que no se manchen las paredes del salón, juegan al futbol durante un rato, y así pasan los días, los niños disfrutando de los abuelos, y estos de sus nietos.



2 comentarios:

Elizabeth Segoviano dijo...

me fascina la forma tan honesta y sencilla de narrar que tienes Conchita uno como lector se puede sentir envuelto en cada escena con tus palabras :)

Conchita dijo...

Eliz,como siempre, me encanta que seas mi mejor seguidora. Contar los cuentos de Guille y Pablo es muy fácil para mí, porque son cosas que les pasan de verdad.

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