Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

lunes, 2 de enero de 2012

GUILLE Y PABLO: GUILLE Y EL RATONCITO PÉREZ. EDUCACIÓN INFANTIL


Queridos amigos: como prometí a los socios del club  El Mellado antes de Navidades, en enero cuento esta historia que ocurrió de verdad. Gracias a Guille, que salvó al ratoncito, todos los niños del mundo pueden tener regalos cuando se les cae un diente. 
Un beso muy fuerte.

 

Un día Guille se asustó mucho porque al limpiarse los dientes se dio cuenta de que una de las palas, como decía su abuelo, se le movía. Muy preocupado salió corriendo para contárselo a su mamá.

—Mamá, mamá, se me va a caer un diente ¿eso duele mucho?

—No hijo, no. Eso no tiene importancia, le ocurre a todos los niños. Se te están moviendo los dientes de leche porque te estás haciendo mayor; los dientes de leche son los primeros que salen y se empiezan a caer a los cinco o seis años.  Luego estos dientes se cambian por otros más fuertes que son para toda la vida. Hay que limpiárselos muy bien para que duren, porque si se te cae unos de esos, ya no hay repuesto.

Guille escuchó muy atento las explicaciones de su madre y estaba muy emocionado. Todos los días se miraba al espejo para comprobar si su diente estaba más flojo. Tenía muchas ganas de que se le cayese porque  le habían contado que cuando eso ocurriera, envolverían el diente en una gasa y lo pondrían debajo de la almohada; por la noche vendría el ratón Pérez  y se lo llevaría a cambio de un regalo.

—Mamá ¿quién es el ratoncito Pérez? —le preguntó muy intrigado.

—Pues mira, es un ratón muy amigo de los niños, por eso les trae regalos cuando se les caen los dientes.

—¿Y cómo puede con los dientes si él es muy pequeño?

—Es un poco mago y tiene mucha fuerza.

—¿Y qué hace con tantos dientes? ¿Para qué los quiere?

A esa pregunta, su madre no le pudo responder; la verdad es que ella tampoco sabía lo que hacía con los dientes de los niños. Por fin se le ocurrió una respuesta:

—Se está haciendo un castillo de nácar para vivir en él.

Guille la escuchó sorprendido, pero parece que le gustó la solución a  su pregunta ¡Un castillo de nácar!

Un día sin darse cuenta le dio un mordisco al bocadillo y el diente se  quedó enganchado en el pan.

—-Mamá ven, corre, ya se me ha caído. Hoy lo tenemos que poner debajo de mi almohada — le dijo muy contento.

No veía el momento de que llegase la noche, pero por fin llegó la hora de acostarse y Guille estaba muy nervioso:

—¿Por dónde entrará, si es muy pequeño?  —le preguntó a su mamá.

—No te preocupes, él es un ratón y sabe buscar los agujeros para meterse por las casas.

Guille no paraba de dar vueltas y vueltas en la cama. ¡Estaba tan inquieto!... De repente se acordó de algo: su padre tenía puestos algunos cepos para los ratones en el garaje ¿Y si Pérez se caía en uno de ellos? Rápidamente se levantó de la cama y fue a decírselo a su madre.

—¡Mamá! Hay que avisar a papá para que quite los cepos del garaje, si pilla al ratoncito, se puede morir y no podrá llevar más regalos a otros niños. Por favor hay que avisarle ahora mismo.

—No te preocupes, espera a que llegue y entonces bajareis al garaje quitarlos.

Guille estaba muy preocupado, no quería pensar lo que podría haber pasado si no se hubiese dado cuenta de lo de los cepos.  No quería irse a la cama hasta que llegase su padre. Por fin oyó la llave de la puerta y  salió corriendo  a contarle lo que le preocupaba.

Enseguida su papá y él bajaron al garaje y quitaron los cepos que había puestos.

    ¿Ya estás tranquilo? —le preguntó su padre.

—Sí papá, te imaginas que hubiésemos pillado al ratoncito en uno de esos cepos.

Su padre le miró con cariño y le acarició la cabeza.

Guille se acostó más sereno, aunque esa noche le costó dormirse más que otras veces. A la mañana siguiente, metió la mano debajo de la almohada y se encontró una caja de pinturas

— ¡Qué bien con lo que me gusta pintar!  Como hoy es sábado voy a dibujar durante todo el día.

            Todos estaban muy contentos en la casa. La familia sabía que de no ser por Guille podría haber ocurrido una catastrofe.

 

 

Los niños del mundo tienen mucho que agradecerle; así el ratoncito podrá seguir visitando las casas de otros pequeños para llevarles sus regalos cuando se les caiga su primer diente.



Como siempre, además de salvar a Pérez, Guille me ha hecho el dibujo.

7 comentarios:

Elizabeth Segoviano dijo...

que historia tan encantadora!!!! hay que agradecer a Guille por la fantástica ilustración y por salvar al ratón, excelente trabajo Conchita!!

Jose Miguel dijo...

Preciosa historia, y real como la vida misma de Pérez!!!!!

Conchita dijo...

Muchas gracias a los dos. Sois muy generosos conmigo.

Sonia Pascual dijo...

Son preciosos Conchita!! mira para mi la infancia fué la época más feliz de mi vida y cuando leo tus cuentos vuelvo atrás..y me entristezco un poco..pero bueno yo aunque tenga 38 años, siempre he pensado que tengo el corazón cómo el de un niño!!El otro día en el Hospital,le dije a mi hermana que trajera el portátil que me aburría mucho y con mi madre y mi hermana, leímos el del ratoncito Pérez de Guille..que ilusión..yo lloraba,...pero de emoción!! Son encantadores.Gracias por tus cuentos a mi me ayudan mucho...Un besote

Conchita dijo...

Sonia, gracias por tu comentario. Es el más bonito que me han puesto en mi blog. Solo con saber que te ha alegrado algunos momentos amargos, merece la pena las horas que hecho escribiendo mis cuentos.
Un beso muy fuerte.

Sonia Pascual y Marcos Puig dijo...

Sabes que me ha dicho un niño? Se llama Marcos: " Yo no tengo abuela, está en el cielo, yo le he dicho que las mías también estaba en el cielo, pero que teníamos una abuela nueva que era la "abuela atómica" y me ha dicho el próximo día me cuentas más, que está abuela nueva me gusta mucho!!..." que ternura de niños Conchita!! Un beso y gracias

Conchita dijo...

Sonia, gracias por acercarme a los niños. Sabers que me da mucha alegría saber que les lees, sobre todo si eso les ayuda a sobrellevar sus enfermedades.
Un abrazo para Marcos de su nueva abuela.

Publicar un comentario